Por P. Fernando Pascual

La historia humana se desarrolló no desde el primer proyecto de Dios, sino desde lo que podríamos llamar una especie de segundo plan.

La idea surge desde la lectura de las últimas páginas de una novela de Michael O’Brien titulada “The father’s tale. A novel”.

En un diálogo entre el imaginario Alexander Graham y su hijo Andrew, en el que reflexionan sobre los difíciles acontecimientos narrados en la novela, Andrew muestra su arrepentimiento ante lo mucho que hizo sufrir a su padre.

El padre señala que Dios obtuvo un gran bien de todas las vicisitudes narradas en la novela. El hijo no puede reconocerlo. ¿Cómo se puede sacar un bien de tantos males?

Además, el hijo siente pena por lo mucho que tuvo que pagar su padre en toda la historia. Incluso protesta: no tendría que haber ocurrido.

Alexander le responde: “Es verdad, no fue la primera opción de Dios para nuestras vidas. Pero cuando pasó lo que pasó, y llegó la oscuridad, Dios obtuvo otro tipo de bien”.

La frase puede ayudarnos a comprender toda la historia humana. Dios tuvo un primer plan, maravilloso, para todos y cada uno de los humanos.

Sin embargo, ocurrió un desastre, el pecado original. A ese desastre, se unieron tantos y tantos pecados personales que añadían nuevos males al terrible mal del inicio.

¿Cómo reaccionó Dios? Con un segundo plan (o “plan B”): su proyecto de salvación. De esta forma, Dios obtuvo un bien diferente, con el que venció al mal y abrió espacios inimaginables a la gracia.

En cierto sentido, es lo que expresa san Pablo en Rm 5: allí donde abundó el pecado, la respuesta de Dios fue mucho más grande (sobreabundó la gracia).

“En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos” (Rm 5,19).

Lo anterior no solo se aplica a lo general. Cuando ocurre ese mal concreto y cercano que llamamos injusticia, egoísmo, y tantas otras formas de pecado, Dios es capaz de conseguir otro tipo de bienes.

Por eso, el mal no bloquea la acción divina en la historia, ni debe paralizar nuestros corazones. Hay mucho bien que espera a cada uno como parte del “plan B”.

No será, ciertamente, el bien que habíamos esperado. Incluso en ocasiones pensaremos, como un autor antiguo, que Dios casi parece algo “injusto”, pues cuando le provocamos a la ira, Él responde con la misericordia.

Pero el segundo plan de Dios es maravilloso y constituye la fuente de toda la esperanza cristiana. El amor ha vencido al pecado. La vida ha triunfado sobre las tinieblas. El bien domina, incluso con modalidades nuevas y sorprendentes, en cada historia humana…

 
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay


 

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