Por Mary Velázquez Dorantes

Alejandro Alejo Zamarripa es un filósofo y teólogo de 31 años, originario de Tamaulipas y es un docente de Historia de México, Moral fundamental ética y bioética. Desde su profesión reflexiona y conversa con El Observador de la Actualidad sobre porqué los mexicanos deben salir a votar este 2 de junio.

En este proceso electoral las cifras de abstención marcan una elección apática, ¿qué fue lo que nos llevó a esta situación?

Resulta interesante y alarmante que a pesar de que viviremos una de las elecciones más grandes en nuestra historia democrática, la abstención por el voto sea algo característico en este proceso. Sin embargo, es complejo dar una respuesta concreta a este fenómeno.

Las causas son diversas, como el desinterés por creer que esto no les afecta o es irrelevante para la vida personal; el desencanto y desconfianza en los partidos y procesos políticos que los ha llevado a pensar que simplemente se trata de “más de lo mismo”, o por considerar que ninguna de las propuestas cumplen con sus expectativas por la baja calidad de la oferta política.

Además, que es posible que el ciudadano no logre identificar sus ideales fundamentales, de manera que, no se siente representado, pues hemos sido testigos de los constantes giros que se han dado dentro de los partidos políticos, traicionando incluso sus propios principios.

No obstante, la carrera por el cargo público, en muchas ocasiones, se ha reducido a un sinfín de estrategias políticas torcidas como la guerra sucia, el ataque constante y mal intencionado por el desprestigio del otro, lo que aparentemente luce como la lucha por sólo “ganar” provocando más desinformación y división social que un análisis profundo por la búsqueda del bien común y la prosperidad social.

Salir a votar además de ser un compromiso ciudadano, es un deber moral, ¿por qué debemos asistir hoy a las urnas?

En efecto, la participación ciudadana en las elecciones por los cargos públicos, además de ser de carácter jurídico, es un deber intrínsecamente moral, dado que el principio fundamental de la política es la búsqueda del bien común y la construcción de una sociedad justa, equitativa y solidaria. Además, que la esencia de toda democracia consiste en la participación, responsable e informada de todo individuo en el desarrollo favorable de una nación, por lo que elegir mal y todavía peor, no elegir, es uno de los signos que más han lastimado a la humanidad, la indiferencia.

Si bien, por un lado, esta generación se caracteriza por el constante llamado a voltear la mirada en los sectores más vulnerables, invisibilizados por mucho tiempo y por alzar la voz en favor de la igualdad, libertad y justicia social, por otro lado, en el tema político, mediante el cuál los avances en la lucha por sus intereses parecen ser de poco interés, algo honestamente contradictorio. Por lo que acudir a las urnas este 2 de junio representa la intención del individuo de manifestar su compromiso social y su responsabilidad con el otro.

Ética y socialmente ¿qué sucede si el ciudadano no vota?

El voto es la posibilidad que tenemos los ciudadanos de decidir el rumbo que el país seguirá hacia el futuro, lo que significa que la vida pública dependerá, en gran medida, de nuestra participación o por el contrario de la omisión que hagamos de ello. Más allá de lo que comúnmente se dice ante la abstención del voto “si no votas no tienes derecho a quejarte”, se trata de la negación de una de las cualidades más humanas: el ser social, que implica que nuestras decisiones, buenas o malas, afectan a los demás, porque inevitablemente nacemos y nos desarrollamos en una sociedad.

No es como ordenar comida para uno mismo, sino de ordenar comida para todos, lo que significa que esta decisión no debe tomarse a la ligera o de manera frívola y desinformada con intenciones individualistas. Si bien el voto es un derecho que, al hacerlo nulo, no tendría consecuencias legales, sí se trata de un deber ético y moral porque si el ciudadano bien informado ayuda con su voto a que haya mejores políticas, éstas redundarán en beneficio social. Sin embargo, el ejercicio de informarse es personal.

Usted trabaja con jóvenes, ellos marcan una estadística relevante en este proceso electoral, ¿qué tipo de actitud observa en ellos con respecto a su participación en estas elecciones?

Las posturas son muy variadas y las podemos clasificar en los siguientes grupos: quienes se encuentran muy entusiasmados por participar por primera vez en las elecciones, quienes no tienen claridad por quién optar porque se encuentran influenciados por las posturas familiares o sociales y quienes advierten que prefieren abstenerse. Sin embargo, lo que tienen en común es el problema actual: el acceso a la basta información, pero la pobre formación para seleccionarla y utilizarla, ya que conlleva a la confusión, al desinterés y al desencanto del tema.

Somos una sociedad de opinión, pero poca reflexión y análisis. Los jóvenes requieren del acompañamiento en esta toma decisión tan importante, respetando su libertad, pero favoreciendo a una visión más amplia y clara de la responsabilidad que se encuentra en sus manos. La tarea de nosotros consiste en escucharlos y mostrarles la importancia de nuestra participación consciente y responsable, sin influenciar su decisión por intereses personales, sino por el contrario, informando y dando claridad en sus inquietudes.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 2 de junio de 2024 No. 1508

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