No cabe duda que es patente la predilección del mexicano por la boca, esta cavidad que es increíble y maravillosa puerta por donde entra el alimento y sale la palabra y el beso.

Así vemos bocas por doquier: boca del río, de la manga, del puente, de la puerta, del cañón, de la calle, del riego, de la noche y aun descubrimos que el estómago tiene boca. Bocas hay para todos los gustos y disgustos: de buzón, de garaje, de chiflido, de fuego, de holán, de licenciado, de palo, de caño, de novia, de vieja, de alcancía, de oreja a oreja y de zaguán abierto. Y este dicho que se refiere a la glotonería: “Lo que no quieren ni Pedro ni Juan, se lo engulle Boca de Zaguán”.

Cuidado con la boca suelta que habla de más y con la boca de víbora que todo emponzoña y con la boca floja que ignora la prudencia. No abrir uno la boca y no decir esta boca es mía es tanto como inhibirse. Hacerse uno de la boca chiquita equivale a hacerse del rogar. Quedarse con la boca abierta, señal de admiración y pasmo. De boca en boca, tal es la trayectoria del chisme y del rumor.

¿Con esa boca comes?, reconvención a quien habla despropósitos. Hacerse agua la boca, cuando algo se apetece. A boca de jarro es tanto como a quema ropa, por lo imprevisto y súbito, sin olvidar que “a boca de jarro sólo la china y el jarro”. A pedir de boca, aprobación cuando algo nos resulta satisfactorio. Ser uno pura boca, exacta definición del parlanchín. Saber la boca a medalla es el sabor amargo que deja una infausta noticia o situación. Que tu boca sea de ángel: así recibimos un buen augurio. Y la maldición gitana: “Que la boca se te haga chicharrón y el ombligo botón de timbre”.

En boca cerrada no entran moscas: suprema ley de cordura. Hablas porque tienes boca, corrección para el boquiflojo y para cuantos hablan a chorro parado hasta que alguien los frena con el refrán: “Qué hablador es el conejo cuando falta cazador”.

Sabio refrán este que debe proceder de “La verdad sospechosa”, la pieza teatral más afamada de nuestro Juan Ruíz de Alarcón: “En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”.

Artículo publicado en El Sol de México, 10 de julio de 1997.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 19 de mayo de 2024 No. 1506

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