Por P. Fernando Pascual

Entre las dimensiones de la prudencia, encontramos una que merece una reflexión atenta: la docilidad.

Hay un texto de santo Tomás de Aquino que puede ayudarnos en esta reflexión. Se encuentra en la Suma teológica (II-II, q. 49, a. 3).

Desde una tradición que viene del mundo griego, especialmente de Aristóteles, santo Tomás recuerda que la prudencia es la virtud que se refiere a las acciones particulares.

Salir más temprano o más tarde, poner más o menos sal en esta sopa, responder ante este insulto o aguantar: son acciones concretas sobre las que no resulta fácil encontrar pistas para decidir correctamente.

Tomás recuerda que existe una diversidad “casi infinita” de modos diferentes de actuar, y analizar tantos modos exige mucho tiempo.

Por eso, añadía, “en materia de prudencia, necesita el hombre de la instrucción de otros, sobre todo de los ancianos, que han logrado ya un juicio equilibrado sobre los fines de las operaciones”.

La idea viene de Aristóteles, y la encontramos en la Biblia, que es citada aquí por santo Tomás: “No te apoyes en tu prudencia” (Prov 3,5); “busca la compañía de los ancianos, y, si hallas algún sabio, allégate a él” (Eclo -Si- 6,34).

La docilidad entra así como elemento de la prudencia, al ayudarnos a “recibir la instrucción de otros”, concluye el texto que estamos citando.

La enseñanza parece clara, pero no resulta fácil encontrar personas experimentadas y buenas a las que podamos pedir ayuda en las diferentes situaciones de la vida.

Aunque haya dificultades, incluso aunque se produzcan decepciones (alguien que parecía buen consejero no lo era), necesitamos buscar a quienes nos instruyan antes de tomar decisiones, sobre todo en los asuntos más importantes.

Cuando encontremos a un buen consejero, la docilidad nos ayudará a recurrir a él para acoger sus enseñanzas. Desde luego, al final la decisión estará en nuestras manos, pero podremos tomarla mejor cuando acompañamos la virtud de la prudencia con esa docilidad que nos permite recibir consejos sabios y enriquecedores.

 
Imagen de Mohamed Chermiti en Pixabay


 

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