Por P. Fernando Pascual

Leer un libro de historia permite entrar en la vida y las acciones de quienes han vivido antes de nosotros.

Al mismo tiempo, permite acompañar al historiador en su búsqueda, en sus criterios, en sus precomprensiones, en sus análisis.

El libro de historia no narra simplemente cómo empezó una batalla, qué consecuencias tuvo para el vencedor y para el derrotado, cómo fue financiada.

Un buen historiador intenta comprender las intenciones, los proyectos, los obstáculos, las opciones de unos y otros, opciones surgidas desde una libertad llena de misterios.

Sería bueno que cada historiador presentase qué fuentes ha usado, cómo ha seleccionado la enorme mole de informaciones, cuáles fueron sus objetivos.

El lector, por su parte, puede tener ciertas ideas previas sobre los hechos. Cree saber algo de las tácticas de guerra del pasado, del modo de vivir en las familias, de los sistemas políticos en una época concreta de la historia.

Al llegar el momento de la lectura, aparecen protagonistas, territorios, sequías, descubrimientos técnicos, alianzas y traiciones, intuiciones geniales o decisiones absurdas.

En algunos libros de historia, las personas del pasado “desaparecen”, pues el historiador supone que ciertas “fuerzas” económicas habrían controlado todo el panorama.

Otras veces, las personas parecen héroes que no tienen límites ni condicionamientos, como si el entorno en el que vivieron no tuviera casi ninguna relevancia.

El libro de historia sigue en nuestras manos. Ahora nos explica cómo vivían en las aldeas cercanas a la frontera, mientras de un lado y de otro pasaban grupos de soldados que lo arrasaban todo con sus desenfrenos.

Intuimos, en algunos momentos de la lectura, que este libro no llega al núcleo interior de las personas que actúan en los diversos acontecimientos, pues la libertad de cada uno encierra un sinfín de misterios inalcanzables.

Pero al menos, al leer este libro de historia, me siento cercano a hombres y mujeres que, en el pasado, buscaron caminos hacia la felicidad, intentaron sobreponerse a guerras y a hambrunas, y aspiraban, de diversas maneras, a encontrar un sentido a todo lo que experimentaban día a día.

 
Imagen de carolmalmeida03 en Pixabay


 

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