Por P. Fernando Pascual

Somos libres y podemos escoger entre diversas opciones. Esas opciones pueden ser buenas o malas, ventajosas o dañinas. Todo depende de lo que elijamos.

El ejercicio continuo de la libertad nos pone ante un gran problema: el de las elecciones equivocadas.

Hay elecciones equivocadas de diverso tipo. Unas, cuando confundimos una pastilla por otra. Otras, cuando dejamos que la pasión nos ciegue y golpeamos a un inocente en un momento de rabia.

Vemos, por lo tanto, que nos equivocamos no solo cuando confundimos, por ignorancia, una opción por otra, sino, sobre todo, cuando desviamos nuestra voluntad hacia el pecado.

Las elecciones equivocadas, luego, tienen sus consecuencias. El error en la pastilla puede provocar un fuerte dolor de cabeza o dolores estomacales de mayor o menor importancia.

Otros errores, por ignorancia o por pasión, provocan daños en uno mismo (el corazón empieza a sentir remordimiento) y en otros, sobre todo cuando hemos dañado a quienes queremos.

Algunos pueden sentir miedo ante su libertad y sus potenciales riesgos. Pero nadie puede substraerse a ejercer esa libertad, a tomar cada día decisiones concretas que pueden ser mejores o peores.

Frente al riesgo de las elecciones equivocadas, necesitamos paz interior, para que no nos cieguen las pasiones, y mayor desprendimiento respecto de nuestros intereses egoístas.

Ver con calma cada alternativa, y fomentar una actitud generosa y llena de auténtico amor a Dios y a los demás, será de gran ayuda para evitar elecciones equivocadas, y para promover aquellas que nos permitan avanzar hacia bienes verdaderos y hacia un continuo crecimiento en el amor.

 
Imagen de Micha en Pixabay


 

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