Por P. Fernando Pascual
Se trata de una idea seguramente conocida por muchos: en toda apuesta con dinero hay algo seguro y hay algo inseguro. Lo seguro: uno pierde dinero al apostar. Lo inseguro: quizá gane algo de dinero o algún objeto de valor.
A pesar de que resulta tan claro lo anterior, millones de seres humanos gastan dinero en apuestas de diverso tipo: boletos de lotería, rifas, quinielas, juegos online, casinos, apuestas, y una larga lista de posibilidades.
Luego, de ellos millones de seres humanos, la gran mayoría pierde: no recupera nada de lo que gastaron. Unos pocos, vistos como afortunados, ganan. Incluso alguno empieza a ser millonario.
El mecanismo que lleva a aceptar una pérdida segura en una apuesta es bastante sencillo: pensar que me puede tocar una ganancia, aunque sea consciente de que resulta inseguro (muy inseguro) lograr la victoria.
Lo que ocurre en las apuestas con dinero se puede aplicar a otros ámbitos: hay quien arriesga tiempo, o energías, o salud, incluso relaciones, con la “esperanza” de que la pérdida (segura en muchos casos) será compensada por una ganancia (insegura en la mayoría de los casos).
Nos damos cuenta de lo erróneo que se esconde en el arriesgar lo seguro por lo inseguro, de exponerse a pérdidas de dinero (o de otros bienes importantes) con la ilusión de una ganancia que toca a pocos afortunados.
Resulta posible salir del mecanismo, en algunos casos perverso, que lleva a las apuestas, si valoramos lo mucho bueno que podemos lograr usando el dinero (poco o mucho) que tenemos a disposición en compras y actividades seguras.
La vida está llena de alternativas, algunas tentadoras, que prometen beneficios fáciles a costa de pérdidas vistas como pequeñas; otras casi siempre beneficiosas, aunque a veces exijan un poco de sacrificio.
Para no perder dinero, o tiempo, o afectos, vale la pena escoger siempre aquellas opciones que nos permitan alcanzar pequeñas victorias seguras y buenas. Así, invertiremos lo que ahora tenemos en nuestras manos (y bolsillos) en todo aquello que ayude a mejorar nuestras propias vidas y las de quienes están a nuestro lado.
Imagen de Jan Vašek en Pixabay