Por P. Fernando Pascual

Hay quienes defienden el aborto como si se tratase de un derecho que promueve la libertad de la mujer.

En realidad, el aborto es uno de los mayores ataques a la libertad, por destruir el presupuesto de cualquier acto libre: poder vivir.

Porque en cada aborto, también cuando es el resultado de una decisión libre de la madre, se suprime una vida humana, la del hijo, que hubiera podido desarrollarse hasta llegar al día en el que pudiera ejercer la propia libertad.

La promoción del aborto, por lo tanto, no favorece libertades, sino que destruye la vida de seres humanos a los que se impide abrirse a la libertad.

En algunos lugares, el aborto no solo destruye a hijos con sus derechos, sino que es defendido por quienes intentar suprimir la libertad de las personas que defienden a esos hijos.

Así, ocurre que en nombre de la libertad de la mujer, se persigue la libertad de quienes rezan o se manifiestan contra el aborto.

Se ha llegado a la enorme paradoja de apartar con la fuerza, incluso de encarcelar, a quienes se acercan a una clínica de abortos para rezar por la vida de unos hijos.

Esta paradoja muestra la perversión de la lógica abortista: ir contra derechos fundamentales, como el de la vida y el de la libertad.

Por culpa de esa perversión, hay promotores del aborto a lo que no basta con que miles de madres destruyan la vida de sus hijos, sino que impiden el derecho (y la libertad) de quienes trabajan por el derecho a la vida de esos hijos.

La lógica de muerte que promueven los grupos pro aborto, que a veces se autodenominan (de modo absurdo) como “pro choice”, es una lógica que va contra la libertad y contra la vida.

Frente a esa lógica de muerte, defender la vida de los hijos antes del nacimiento se convierte en una urgencia y en una garantía de que la verdadera libertad, que se construye sobre el derecho a la vida, sea respetada y promovida.

En otras palabras: defender el aborto es ir contra la libertad, mientras que defender el derecho a la vida de quien vive en el seno materno es avanzar hacia un mundo más justo y más auténticamente libre.

 
Imagen de Mirosław Iskra en Pixabay


 

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