Por José Ignacio Alemany Grau, obispo
Reflexión homilética 21 de julio de 2024
Sí, amigos, amemos y ayudemos a nuestros buenos pastores que han sido llamados por el mismo Jesús. Él se reserva el título de Buen Pastor: «Yo soy el Buen Pastor».
Pero ha escogido a muchos hombres de los que ha dicho: «Les pondré pastores que las pastoreen».
Jeremías
Habla de la gran responsabilidad que tienen los que han sido escogidos como pastores por el Señor y distingue dos clases.
+ Los que dispersaron las ovejas con sus escándalos y malos ejemplos.
+ Y también: «Yo mismo Dios reuniré el resto de mis ovejas… para que crezcan y se multipliquen… Les pondré pastores que las pastoreen: ya no temerán ni se espantarán».
Es muy duro, amigos, ser pastores que apartan a las ovejas de Dios. Recemos por los que así actúan y pidamos a la misericordia divina que nos dé pastores santos que conduzcan el rebaño a Dios.
Salmo 22
Celebremos el gozo de las ovejas que tienen por pastor al mismo Dios.
Qué felices pastan y descansan. Gocemos con ellas repitiendo: «El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas… Me guía por el sendero justo… Preparas una mesa ante mí».
San Pablo
Aclara, el apóstol, la división antigua: eran dos pueblos totalmente distintos: Israel era el pueblo escogido por Dios.
El resto de los pueblos constituía a los gentiles.
La presencia de Cristo ha roto las diferencias y ahora todos los pueblos son llamados a dejar el odio que divide y a vivir el fruto de la sangre de Cristo redentor que contiene la salvación para todos.
Todo lo debemos a Cristo «que vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros los de lejos y también los de cerca».
De esta manera, con San Pablo sacamos esta conclusión: «unos y otros podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu».
Verso aleluyático
Nos recuerda las palabras de San Juan invitándonos a escuchar al Buen Pastor:
«Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen».
Entre tantos pastores que sepamos siempre distinguir a Jesús, nuestro Buen Pastor.
Evangelio
Nos habla San Marcos de la preocupación de Jesús por sus apóstoles para que no pierdan la unidad e intimidad, los que han de apacentar a su Iglesia:
«Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco».
Parece que era mucho el trabajo y «no encontraban tiempo ni para comer».
No sabemos el tiempo ni dónde estuvieron descansado, pero advierte el evangelista que, al verlos, la multitud los siguió, ansiando escuchar las palabras de Jesús.
Por eso, «al desembarcar Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles con calma».
Por un lado, admiramos al Buen Pastor que cuida sus pastores y, por otro, la gran caridad de Jesús que, cuando se encuentra con la multitud le dedica su tiempo, sus enseñanzas y sus milagros para atraerla al reino.
En estos tiempos difíciles para la Iglesia de Jesús recordemos a Santa María Reina de la Paz que, desde Medjugorje, nos pide que recemos por la santidad de los sacerdotes ya que su vida auténtica contagiará al pueblo de Dios llevándolo por el camino de la santidad que Dios pide de todos nosotros.
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