En el 2018 se publicó el documento sobre la perspectiva cristiana del deporte y la persona humana, donde se plantea que dar lo mejor de una mismo es un tema fundamental en el deporte, ya que los atletas se esfuerzan individual y colectivamente para lograr sus objetivos en el juego. Cuando una persona da lo mejor de sí misma, experimenta la alegría del deber cumplido.

En medio de la crisis humanitaria en la que se encuentran diversos países, el deporte viene a traer alegría con los Juegos Olímpicos de París 2024. A lo largo de la contienda que está por comenzar seremos testigos de hazañas individuales y en equipo llenas de sacrificio, alegría, valentía, que quedarán para la posteridad:

SACRIFICIO

Las personas que practican deporte están muy familiarizadas con el sacrificio. No importa cuál sea el nivel o el tipo de actividad que realicen, en equipo o individualmente: el deportista debe someterse a la disciplina y la concentración en la tarea que tiene entre manos si quiere aprender y adquirir las habilidades necesarias. Para lograr esto a menudo hace falta que la persona siga un programa reglado y estructurado. Esto se realiza mejor cuando el deportista acepta qué tendrá que tomar un camino que implica cierto nivel de dificultad, negación personal y humildad. Aprender y mejorar en un deporte implica siempre un encuentro con la derrota, la negación de sí mismo y el desafío.

ALEGRÍA

Los atletas principiantes sufren las frustraciones y a veces la vergüenza de sus repetidos fracasos en la lucha por conseguir destacar en una actividad. A niveles más altos, los deportistas a menudo se preparan para superar con disciplina programas muy estrictos. La alegría para todos aquellos que practican el deporte a menudo emerge junto con las dificultades y complicados desafíos.

VALENTÍA

El concepto del valor también se puede entender como una elección personal. No podemos hacer que alguien sea valiente, aunque los entrenadores, educadores y otros pueden desarrollar la capacidad para ser valientes en aquellos con quienes trabajan. De hecho, podríamos argumentar que el coraje se ve con más frecuencia antes, durante y después de una y otra derrota. Para seguir adelante cuando las probabilidades están en contra de uno mismo o del equipo, para tratar de hacer lo correcto, moral y físicamente cuando está sufriendo una dura derrota, para mantener el grupo unido como un equipo cuando se les considera mediocres: todas estas ocasiones pueden ofrecer una evidencia categórica de que el deporte está repleto de momentos de gran valentía.

En el deporte los seres humanos experimentan de forma particular la tensión entre la fuerza y la debilidad, la libertad de someterse a unas reglas generales que constituyen una práctica común, la individualidad dirigida a la comunidad y la unidad del cuerpo y el alma. Además, a través del deporte, los seres humanos pueden experimentar la belleza. Como señaló acertadamente el teólogo Hans Urs von Balthasar, la facultad estética del ser humano es también una característica decisiva que estimula la búsqueda del sentido último. Si se aplica una visión antropológica tan integral, el deporte puede ser visto como un campo extraordinario donde el ser humano experimenta algunas verdades significativas acerca de sí mismo en la búsqueda del sentido último.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 21 de julio de 2024 No. 1515

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