Por Rebeca Reynaud
La Iglesia es bella en su liturgia, en sus sacramentos, en las obras de misericordia que promueve y en el arte que durante siglos ha inspirado a sus artistas. ¿De dónde saca la fuerza para hacer el bien sin desfallecer? De la Santa Misa y de la oración. Cuando algún eclesiástico se centra más en la acción que en la oración, se empieza a desmoronar y empieza a causar problemas en el lugar en el que se ubique porque deja de ser discípulo para convertirse en mero administrador.
Benedicto XVI tiene un libro titulado La belleza de la Iglesia. Allí explica lo siguiente: “La belleza revela la inexorable nostalgia del hombre por la verdad, la justicia y el bien, es decir, la nostalgia de Dios. La Iglesia es el lugar a través del cual cada hombre encuentra el acceso al Padre y se hace hijo de Dios en su pueblo”, dice en la Introducción.
El Papa Benedicto XVI reconoce a Cristo como el más bello de los hombres; la gracia derramada en sus labios manifiesta la belleza interior de su palabra, la gloria de su anuncio. En Él se encuentra la belleza de la Verdad, la belleza de Dios mismo.
Un converso al catolicismo, Scott Hahn, se admiraba del arte y de la arquitectura que ha inspirado los artistas católicos en las Iglesias gracias a la técnica y a su fe viva, algo nunca visto en otras religiones. Y decía: “La fe católica tiene el poder de producir civilización, no sólo denominaciones. Se ve como la fe viva mueve los corazones de las personas”.
Además, no hay institución que promueva más obras benéficas que la Iglesia: En África tiene 44,838 escuelas, 1074 hospitales, 186 leproserías, 979 orfanatos y más obras donde trabajan cientos de personas sin hacer ostentación de lo que hacen. Desde hace once años, una religiosa irlandesa –Orla Treacy- educa a niñas de Sudán del Sur. Tardó dos años en construir el edificio. Ese lugar es del tamaño de Italia pero sólo tiene dos escuelas secundarias. Le costó mucho trabajo convencer a la comunidad de que inscribiera a sus hijas ya que sólo el 1% de las niñas se gradúan de la secundaria. Hoy en día su escuela atiene aproximadamente a 200 niñas al año. Las mujeres de coraje existen en todo el mundo; la mayoría nunca serán públicamente honradas (cfr. Semanario La Red 520, SLP, 19 marzo 2019).
En América la Iglesia dirige 48,053 escuelas, 1,669 hospitales, leprosarios, 3,839 casas para ancianos, asilos y casas para enfermos terminales abandonados atendidos por las Misioneras de la Caridad. Su Casa Madre se encuentra en Calcuta, cuentan con casi seis mil misioneros y atienden a enfermos y moribundos abandonados sin tener en cuenta la confesión, raza o etnia.
Cáritas Internacional es una confederación de 164 organizaciones de asistencia y desarrollo social, y promueven la justicia y la dignidad; apoya a los indígenas, a inmigrantes, a los enfermos de Sida y fortalece a personas privadas de su libertad y de sus familias. Promueve la reconciliación de conflictos y la educación. Trabaja en más de 180 países. Ahora mismo ayudan a casi un millón de palestinos porque Estados Unidos les retiró su financiación. Siria lleva 8 años de guerra civil.
Es impactante el bien que cada uno de los últimos Papas han hecho en Roma, desde Roma y en el mundo entero. Impresiona como San Juan Pablo II, sin un solo tiro, hizo que se cayera el muro de Berlín y alcanzó la libertad a millones de personas. Y aquí no incluimos lo que muchos párrocos y laicos hacen para apoyar a los enfermos de muchos hospitales, a presos en las cárceles, a niños indigentes, a los jóvenes y a los matrimonios que solicitan ayuda u orientación.
Las escuelas que el Opus Dei ha puesto para la formación de chicas de pocos recursos es de las labores más bellas del mundo. De allí han salido cientos de madres de familia, de chicas que ponen su propio negocio y mujeres con una ética sólida que luego son referencia en su pueblo o en el lugar donde viven.