Por José Ignacio Alemany Grau, obispo

Reflexión homilética 14 de julio de 2024

Amasías, sacerdote de Betel, avisa al rey Jeroboán que Amós está conspirando en Israel y no en Judá.

Hay un problema de fondo y es el negocio que realiza ese falso sacerdote en el templo de Betel.

Amós

El sacerdote Amasías dice a Amós, como para engañarlo: «Vidente, vete, huye al territorio de Judá. Allí podrás ganarte el pan y allí profetizarás».

Amós valientemente responde: «Yo no soy profeta ni hijo de profeta. Yo era pastor, un pastor y cultivador de sicomoros. Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: “ve, profetiza a mi pueblo Israel”…».

Y ahora que ha aclarado todo, Amós publica los terribles castigos que Dios dará al pueblo de Israel, separado de Judá:

«Tu mujer deberá prostituirse en la ciudad. Tus hijos y tus hijas caerán por la espada. Tu tierra será repartida a cordel. Tú morirás en un país impuro e Israel será deportado de su tierra».

Terrible profecía de este que, por humildad, se decía que no era profeta, pero predijo toda la historia de Israel separado de Judá.

Salmo 84

El salmista, en nombre del pueblo, clama al Señor: «Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación». Por eso la esperanza se hace oración: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos» hasta el punto de que «la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan».

Y el resultado de todo es la fecundidad de la tierra: «El Señor nos dará la lluvia y nuestra tierra nos dará su fruto».

San Pablo

Hoy nos invita a meditar en las maravillas que encierra el gran profeta que, «sin ser profeta», ES el PROFETA, Jesús.

No me atrevo a comentar tan precioso regalo que nos ha hecho San Pablo al describir la grandeza infinita del hombre Dios, que él presenta como una auténtica bendición. Mediten ustedes:

«Bendito sea Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo para que fuésemos santos…».

El plan de Dios está claro: «Recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra».

No olvidemos que solo en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, está la salvación de Dios.

Tengamos presente que nuestra meta es la santidad que nos hace semejantes al Dios tres veces santo.

Verso aleluyático

Palabras profundas y muy interesantes del mismo apóstol, que hace oración a Dios pidiendo que «el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón…».

Solo así podremos reconocer la esperanza maravillosa a la que Dios nos llama.

Hacia esta esperanza nos invita el Papa Francisco para prepararnos a celebrar, en el 2025, el año jubilar de la redención, que él ha titulado: Año Jubilar de la Esperanza.

Evangelio

San Marcos nos presenta a Jesús reuniendo a los apóstoles y enviándolos, de dos en dos, como misioneros para anunciar a los pueblos la redención.

Esta preparación consiste en un gran desprendimiento y sacrificio para proclamar la conversión por la llegada del reino.

Jesús les pide a los enviados a vivir un desprendimiento grande, pero al mismo tiempo les otorga los poderes espirituales muy notables: echar demonios, ungir con aceite a los enfermos y curarlos, transmitir la paz de parte suya.

De esta manera los que no eran profetas se convirtieron en los verdaderos anunciadores del reino de Dios.

Por otra parte, les invito a recordar que como bautizados estamos configurados con Cristo sacerdote, profeta y rey. Que la fe nos ayude a actuar como tales.

 
Imagen de Barbara en Pixabay


 

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