Por Juan Diego Camarillo

La película Brother, que muestra la vida impresionante de un fraile franciscano dando testimonio en la vibrante ciudad de Nueva York.

El Observador tuvo el honor de conversar con Fray Juan David, miembro de los Franciscanos de la Renovación, congregación del hermano François, quien muestra su historia en la pantalla. Nos da detalles de su vida y de lo esperanzador que es para ellos que esto sea visto en las pantallas:

¿Podría contarnos un poco sobre su vocación y la congregación a la que pertenece?

Mi nombre es Fray Juan David. Soy un fraile religioso, un hermano de la congregación de los Franciscanos de la Renovación. Nuestra congregación fue fundada en la ciudad de Nueva York y llevo 9 años en la comunidad. Actualmente, vivo aquí en Comayagua, Honduras, donde llevo 5 años.

¿Qué representa para usted que la vida de un fraile se represente en la pantalla?

Me encanta, porque personalmente me convertí en católico durante mi tiempo en la universidad al hacer voluntariado con las Hermanas Misioneras de la Caridad en Calcuta, India. Al encontrarme con personas que realmente están viviendo el Evangelio, amando a los pobres y viviendo una vida feliz, llena de gozo en los votos, me impactó bastante.

Por eso me encanta saber que la belleza de la vida religiosa y de la Iglesia Católica se está difundiendo en el mundo, porque creo que hoy en día, no sé en México, pero por lo menos en los Estados Unidos, hay poco contacto con religiosos.

¿Cuál es la motivación y experiencia más especial que ha vivido en su camino como religioso y que se visualiza también en Brother?

La experiencia del contacto cara a cara con personas en situaciones de pobreza. Cuando yo era adolescente, mi mamá me trajo a un comedor para personas sin techo. Lo que me impactó más no fue estar atrás de la mesa sirviendo comida, sino tomar un plato y sentarme en la mesa con ellos, conocer su nombre, escuchar su historia, hablar con ellos, contarles sobre mi vida, relacionarme con ellos. Esto es lo que me encanta de la película Brother: personas que usualmente pensamos que son básicamente sin rostro humano, gente mala, asesinos, drogadictos, locos. Cuando te sientas frente a esta persona y hablas con ella, te das cuenta de que es un ser humano y que tú eres igual.

Esto es lo que le digo a la gente que quiere encontrarse con personas en esta situación: no solo den algo y se vayan. Coman juntos, compren una hamburguesa y coman juntos. Dile “Quiero conocerte” y así vas a saber que no son tan diferentes.

¿Qué mensaje espera que los espectadores reciban cuando salgan del cine tras ver Brother?

Creo que dos cosas. Primero, que las personas que sufren también son personas. La forma de sanar la pobreza, la división, el odio, los crímenes, y todo lo que nos preocupa sobre la sociedad actual no está en alejarnos de lo difícil y del sufrimiento, sino en acercarnos a ellos. Así lo hizo Jesús.

La otra cosa es la resurrección. Todos queremos la resurrección en nuestras vidas, ¿verdad? Queremos que la luz brille en nuestra oscuridad y en la oscuridad del mundo. Pero la resurrección vendrá no sin antes, el sufrimiento y la muerte. Es en la oscuridad donde Dios hace brillar la luz, cuando nuestro sufrimiento se une a Él, se entrega a Él, y se acepta junto a Él.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 25 de agosto de 2024 No. 1520

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