Por Rebeca Reynaud
«A veces escucho a las personas decir que una de las razones por las que dudan en confesarse, particularmente si no lo han hecho durante un tiempo, es que se han olvidado de cómo “hacer la confesión.” Esto nunca debería impedir que alguien vaya a confesarse. Usted siempre puede decirle al sacerdote, al entrar en el confesionario, que necesita su ayuda porque ha olvidado cómo confesarse. No es nada extraordinario. Él oye esto a menudo y está más que dispuesto a ayudarle». ‑Cardenal Donald Wuerl, Arzobispo de Washington
El sacramento de la Reconciliación o Confesión produce un cambio en el corazón a través de la misericordia y el perdón de Dios. Experimente la compasión del Señor por medio del sacramento de la Penitencia, que se compone de las siguientes partes:
- Antes de la Confesión
- Durante la Confesión
- Después de la Confesión
Antes de la Confesión
Cómo hacer una buena confesión
La confesión no es difícil pero sí requiere de preparación. Debemos comenzar con oración, poniéndonos en presencia de Dios, nuestro amoroso Padre. Buscamos la sanación y el perdón a través del arrepentimiento y la determinación de no volver a pecar. Luego revisamos nuestras vidas desde nuestra última confesión, buscando en nuestros pensamientos, palabras y acciones aquello que no cumple el mandato de Dios de amarlo a Él y nuestro prójimo conforme a sus leyes y a las leyes de su Iglesia. Esto se llama examen de conciencia.
Para hacer un examen de conciencia:
- Comience con una oración pidiendo la ayuda de Dios. Revise su vida con la ayuda de preguntas como las que le presentamos abajo, basadas en los 10 Mandamientos.
- Dígale a Dios lo arrepentido que está de sus pecados.
- Haga una firme resolución de no volver a pecar.
Examen de conciencia
- ¿He rezado a Dios, diariamente y de corazón?
- ¿Vivo mi fe católica y doy testimonio de ella alegre y valientemente? ¿He tomado el nombre de Dios en vano? ¿He maldecido a alguien o hecho falsos juramentos? ¿He participado en prácticas ocultas o supersticiosas?
- ¿He asistido y participado activamente de la misa los domingos y los días de precepto? ¿He hecho ayuno y abstinencia en los días prescritos?
- ¿He honrado a mis padres? ¿He respetado a las personas con autoridad? ¿A mi empleador?
- ¿He sido violento o innecesariamente agresivo (física, verbal, o psicológicamente) con alguien?
- ¿He sido orgulloso, terco o grosero con alguien? ¿Guardo algún rencor?
- ¿He abusado del alcohol, medicamentos recetados o drogas ilegales? ¿Me he excedido con la comida?
- ¿He consentido, recomendado, aconsejado o tomado parte activamente en un aborto? ¿He usado drogas abortivas?
- ¿He visto pornografía o me he entretenido con pensamientos, conversaciones o acciones lujuriosos?
- ¿He sido poco afectuoso con mi cónyuge? ¿He tenido actividad adúltera (por ejemplo, sexual, emocional, virtual, etc.)? ¿He usado anticonceptivos?
- ¿He descuidado las necesidades espirituales, intelectuales, emocionales o físicas de mi cónyuge, hijos o familia?
- ¿He robado o dañado propiedad ajena? ¿He sido honesto y justo en mis negocios? ¿He desperdiciado tiempo en el trabajo?
- ¿He contribuido con mi tiempo y recursos para paliar las necesidades espirituales o materiales de los pobres?
- ¿Me he involucrado en chismes? ¿He mentido? ¿He hablado mal de los demás? ¿He juzgado a alguien injustamente?
- ¿He envidiado a alguien? ¿He tenido celos de otros o codiciado pertenencias ajenas?
Durante la Confesión
El sacramento de Reconciliación (Confesión) involucra cuatro pasos:
- Contrición: Es un sincero pesar por haber ofendido a Dios y el acto más importante de la persona que se confiesa. No puede haber perdón del pecado si no nos pesa haberlo cometido y si no nos proponemos firmemente no repetir nuestro pecado.
- Confesión: El nombrar nuestros pecados -en voz alta- al sacerdote, que representa a Cristo y la Iglesia.
- Penitencia: las oraciones -o, a veces, las buenas obras– que el sacerdote impone, para nuestra sanación y la sanación de aquellos a quienes hemos herido con nuestros pecados.
- Absolución: Las palabras que dice el sacerdote y por las cuales “Dios, Padre misericordioso” nos reconcilia consigo mismo por medio de la muerte y resurrección de Cristo. Estas son las palabras de la oración de absolución: “Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. El penitente contesta: “Amén”.
Ir a la Confesión La Reconciliación puede ser cara a cara o anónima, con una rejilla entre usted y el sacerdote. Elija la opción que le sea más cómoda.
- El sacerdote le da la bendición o un saludo inicial.
- Usted hace la señal de la cruz y dice: “Bendígame padre, porque he pecado. Mi última confesión fue hace…” (indique semanas, meses o años).
- Confiese todos sus pecados al sacerdote. (Si no está seguro de cómo hacerlo o se siente incómodo, dígaselo al sacerdote y pídale ayuda.)
- Diga: “Me arrepiento de estos y de todos mis pecados”.
- El sacerdote impone una penitencia y ofrece consejos para ayudarle a convertirse en un mejor católico.
- Rece el Acto de Contrición, expresando arrepentimiento por sus pecados.
- El sacerdote, actuando en la persona de Cristo, le absuelve de sus pecados.
Acto de Contrición Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberle ofendido, y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia, no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén
Después de la Confesión
¡Alégrese! ¡Usted ha recibido el perdón de Cristo! ¿Qué debe hacer cuando se retire? Recuerde las palabras que recitó en el Acto de Contrición: “y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia, no pecar mas y evitar las ocasiones próximas de pecado.”
Antes de salir del confesionario, el sacerdote le dará una penitencia, que puede consistir en oración, ofrendas, obras de misericordia o sacrificios. Estas tareas nos ayudan a unirnos a Cristo, que murió por nosotros. La meta de peregrinación en la vida es acercarnos a Dios. Podemos caminar hacia esa meta mediante la oración, la lectura espiritual, el ayuno y la recepción de los sacramentos.
Imagen de Peter van Briel en Pixabay