Por Mary Velázquez Dorantes

Verónica Arteaga es pedagoga católica, esposa y madre de dos niños. Ha ejercido la docencia en diferentes niveles educativos, sin embargo, desde hace cinco años es maestra en un colegio Mariano y para ella este tiempo ha sido gratificante en todos los sentidos de su vida. En esta edición nos comparte su experiencia.

HABIENDO RECORRIDOS VARIOS NIVELES EDUCATIVOS COMO DOCENTE, ¿POR QUÉ DECIDES ENSEÑAR BAJO UN MODELO CATÓLICO?

En realidad, fue Dios y la Virgen quienes quisieron que llegará a trabajar en un colegio religioso. Anteriormente cubría los interinatos en escuelas públicas y cuando terminó mi contrato mi esposo y yo nos tomamos del Rosario de la llama de amor. Recuerdo bien que ambos pedíamos en la oración un trabajo que nos permitiera estar más cerca de Dios, pero ya sabemos que la respuesta del Señor no siempre es como uno lo imagina. Entregaron referencias mías a un colegio mariano, las hermanas me llamaron para la entrevista y puedo decir con toda certeza que Dios tenía un plan para mí, y parte de ese plan es haberme puesto bajo el cuidado y la guía de cuatro religiosas, con quienes en un principio solo podía ver una relación laboral, jamás imaginé lo importante que son en mi vida y como la Virgen María esta siempre acompañándonos. En estas religiosas encontré refugio, consuelo, fortaleza, alegría, en una palabra, encontré amor. Cuando ahora les digo “madre”, no es por el título que ostentan, sino que se han convertido en una madre para mí.

EN TIEMPOS DE UN LAICISMO EXACERBADO, ¿CUÁLES SON LOS BENEFICIOS EN LOS NIÑOS AL FORMARSE EN UN COLEGIO CATÓLICO?

La formación que estos colegios ofrecen es una educación integral y de calidad, va más allá de lo académico, es decir, buscan desarrollar en los alumnos los valores primordiales que deben regir en la familia y la sociedad, como el respeto, solidaridad, además de sembrar en el alumno la semilla de la fe; se propicia el reconocer a Dios en todos los aspectos de la vida y lo vemos reflejado en la calidez humana de los niños. Por ejemplo, en el colegio tenemos varios niños con capacidades especiales y nuestros alumnos se preocupan, ayudan a los demás de una forma muy clara; se preocupan por su colegio, por sus maestros, por el prójimo, veo como esta educación los hace sensibles por sus compañeros, vemos como se unen en oración por el compañero travieso y por sus mascotas.

¿QUÉ CAMBIOS OBSERVAS EN LOS NIÑOS CUANDO AL MISMO TIEMPO RECIBEN FORMACIÓN ESCOLAR Y FORMACIÓN ESPIRITUAL?

El niño lleva una espiritualidad activa que lo sensibiliza ante los problemas cotidianos. Al compaginarse esto con el pensamiento científico el niño desarrolla un sentido crítico, aprende a ser analítico y reflexivo, lo cual les permite desarrollar una conciencia moral y ética. Fundamentados en los valores aprenden a cuestionar desde lo moral y no aceptan a ciegas, ni siquiera aquello que en apariencia pudiera ser bueno.

¿QUÉ LES DIRÍAS A LOS PADRES DE FAMILIA SOBRE LOS COLEGIOS CATÓLICOS?

Quizás porque la educación que recibí fue laica, y los primeros años de mi vida profesional también fue bajo ese sistema, yo tenía una idea errónea de lo que son estos colegios.

En un primer momento nunca pensé tener a mis hijos en un centro católico y tampoco como docente me imaginaba trabajar en ellos, sin embargo, ahora tengo la plena seguridad de los valores y la calidad educativa que los rige. Ahora sé que Dios y la Virgen tutelan con celo a sus alumnos, les puedo decir a los padres de familia que la escuela católica es la mejor elección para sus hijos.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 28 de julio de 2024 No. 1516

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