Por P. Eduardo Hayen Cuarón
Un sacerdote católico no puede dar la absolución sacramental a un masón que pida la Confesión y se niegue a renunciar a la masonería. Por más que insistan algunos masones en que se puede ser católico y pertenecer a una logia, la realidad es que ambas visiones del mundo y de Dios son inconciliables. La masonería ofrece a sus miembros la adquisición de un crecimiento personal completo, un conocimiento interno y externo a los iniciados y que dice terminar siendo benéfico para la sociedad. Si es así, ¿por qué son incompatibles el catolicismo y la masonería?
Primero, la idea de Dios
Para los masones, está dictada por la razón, mientras que para los católicos está dada por la Revelación de Dios en Jesucristo. Para la masonería Dios es el Gran Arquitecto del Universo, pero niega que Jesús es engendrado y no creado, de la misma naturaleza del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, que se encarnó y que habló a todos los hombres para ofrecerles la salvación. Los masones ven a Jesús como un iniciado –algunos dicen que Jesús fue el primer masón– pero no como el Hijo Unigénito del Padre.
Segundo, los misterios
La masonería estudia «misterios» que son revelados sólo a unos cuantos iniciados que van alcanzando grados superiores de conocimiento de esos enigmas. El católico, por el contrario, conoce el Gran Misterio que estaba oculto durante siglos y que fue revelado en la plenitud de los tiempos, cuando el Verbo se hizo hombre. Ese Gran Misterio no es para unos cuantos, sino para toda la humanidad: el hombre es inmensamente amado por Dios y está llamado a participar, en Cristo, en la misma vida divina aquí en la tierra y en la eternidad.
Tercero, la fraternidad
La fraternidad de la masonería viene de los ideales de la Revolución Francesa: es la idea genérica de ser hermanos sólo porque somos de la misma raza humana. Ser hermanos para los católicos, en cambio, es reconocer primero la fuente de la fraternidad que es Dios Padre, quien entregó a su Hijo Jesucristo para hacernos hijos en el Hijo. Cristo comparte su Cuerpo y su Sangre en la Eucaristía donde todos formamos un sólo cuerpo unidos a Cristo, nuestra Cabeza, y nos alimentamos de Él. Es en su Sacrificio eucarístico donde se realiza la verdadera fraternidad de la Iglesia.
Cuarto, hacer el bien
La caridad cristiana es diversa de la filantropía masónica. Esta se basa –dicen los masones– en hacer el bien, pero, ¿qué bien? Para ellos no existe una moral basada en la ley natural y los Diez Mandamientos. De hecho la promoción del aborto, la eutanasia y el matrimonio igualitario son de inspiración masónica. Ellos fundamentan su obrar en el relativismo moral y doctrinal. Para los católicos, en cambio, la caridad está inspirada por el mandamiento del amor a Cristo: «Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado» (Jn 13,34), y es Cristo mismo quien vive en sus hermanos: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40).
Publicado en https://blogdelpadrehayen.blogspot.com