Las emociones de la competición en París deben hacer ganar medallas en el ámbito social.
Por Giampaolo Mattei – Vatican News
Si Tanni Grey-Thompson -estrella paralímpica británica con un montón de medallas y miembro de la Cámara de los Lores- al llegar a París para los Juegos se ve obligada a bajar del tren «arrastrándose» (palabra suya, literal) porque no había ningún tipo de asistencia para las personas con discapacidad, significa que la «revolución social y cultural» que deberían representar los Juegos Paralímpicos, tal y como se presentaron al mundo con la ceremonia de apertura, aún está lejos.
Grey-Thompson es una atleta de élite, capaz de moverse con agilidad incluso a través de obstáculos. Sin embargo, para bajarse del tren tuvo que «arrastrarse» tirando su equipaje por la ventana, ella que está en silla de ruedas debido a una espina bífida. Pero una persona con discapacidad, sin el talento deportivo de Tanni, ¿cómo habría bajado de ese tren?
¿Y de todos los «trenes» de la vida cotidiana?
La ceremonia de apertura de los Juegos Paralímpicos fue un fuerte testimonio del deseo de inclusión, de justicia, con una abrumadora repercusión mediática. Los atletas desfilaron en París, con sus entrenadores, que no se avergüenzan de su discapacidad. Al contrario, incluso «alardean» de ella con orgullo. Seguros de que no sólo se representan a sí mismos en los Juegos, sino que también compiten por todas las personas en busca de redención. En resumen, ya no hay que esconderse por ser discapacitado.
El deporte puede ser una fuerza social imparable. Dentro de unos días en Italia, y no sólo, empiezan las escuelas: la medalla de oro que hay que ganar -y que los Juegos Paralímpicos pueden alentar, con sus emocionantes historias- es que no haya alumnos con discapacidad sin profesores (preparados, motivados) de apoyo. Y sí, las emociones que despiertan los Juegos Paralímpicos también pueden servir para que la dotación de profesores de apoyo sea una prioridad (absoluta). Porque es un derecho, un acto de civilización.
En esta perspectiva, la presencia histórica del Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, en París, para la ceremonia de apertura de los Juegos Paralímpicos es una señal fuerte. Luca Pancalli, presidente del Comité Paralímpico Italiano, relanza: «Utilicemos el deporte para poner de relieve el derecho a la plena ciudadanía de las personas con discapacidad, también y sobre todo de las personas mayores y de quienes nunca podrán practicar deporte.
Significa que el deporte puede impulsar a la sociedad a garantizar a todos (sin excluir a nadie) una trayectoria escolar regular, una entrada en el mundo laboral, una vida plena y digna (asistencia médica, diversión y deporte incluidos). En efecto, se trata en la práctica de graves barreras arquitectónicas (las hay incluso en el París paralímpico, por no hablar de los lugares que no están en primera plana). Pero, sobre todo, de injustas barreras culturales y sociales.