Por Mario de Gasperín Gasperín, obispo emérito de Querétaro

El jefe de la policía se quejaba del dolor de muelas en el sillón de míster Tench, el advenedizo dentista del pueblo; descuidando a su cliente, se asomaba por la ventana atraído por un ruido extraño en la plaza principal.

Allá abajo…

… un hombrecito salió por la puerta lateral; le sostenían dos gendarmes, pero se podía decir que se portó bastante bien… solo que no dominaba por completo sus piernas. Le empujaron hasta la pared opuesta; un oficial le ató un pañuelo sobre los ojos. Todo pasó muy rápido, como si fuera una cosa rutinaria. El oficial se hizo a un lado, los fusiles apuntaron, y el hombrecito, de pronto, hizo unos ademanes espasmódicos con los brazos. Intentaba decir algo… tenía la boca seca porque nada le salió, excepto una palabra que más bien parecía decir ‘dispense´. Entonces se oyó un disparo aislado… el hombrecito quedó convertido en un montón insignificante junto a la pared, algo sin importancia que había que barrer de allí.

Al míster Tench lo embargó una sensación de inmensa soledad.

Así describe el escritor católico Graham Greene el final de la “cacería” emprendida por la policía del gobernador Garrido Canabal contra el sacerdote, adicto al alcohol y prófugo entre los pantanos y la selva tropical de Tabasco, y ahora fusilado “por traición”.

La narración pormenorizada de los acontecimientos es la trama de su novela El Poder y la Gloria. La acompaña en su edición “Sepan Cuantos…” (n. 693) las memorias de su viaje, Caminos sin Ley, desde la frontera Norte hasta Chiapas. Ambas obras dieron a conocer en Europa la persecución contra los católicos “en el impío estado de Tabasco”, donde no quedó en pie ni un solo templo.

Enrique Krauze, en la serie de artículos que dedica al “Redentorismo político” en su obra Del Desencanto al Mesianismo, describe exhaustivamente los condicionamientos familiares, sociológicos y religiosos en que vivió y se desarrolló el presidente que en unos días concluye su mandato. Son datos reveladores, que nos ayudan a comprender el pasado y el presente de su ideario de gobierno y de vida. Como “dato curioso”, nos dice que no sólo conocía, sino que “recomendaba la lectura de El Poder y la Gloria”, inspirada en los aciagos tiempos de Garrido Canabal, el “gobernador moralista” y puritano de su Estado (cf. Pág. 377).

El Poder y la Gloria tuvo que sortear algunas barreras que la ortodoxia católica del tiempo aplicaba, aunque cada vez con menor rigor. En el prólogo, el autor explica: “la extrema suavidad” del trato recibido cuando se negó a revisar su obra. Refiere que…

Años después, cuando conocí al Papa Paulo VI, me dijo que había leído la novela. Yo le comuniqué que el Santo Oficio la había condenado.

–¿Quién la condenó?

 –El cardenal Pizzardo.

Repitió el nombre con una sonrisa forzada y agregó:

–Señor Greene, sin duda hay partes en su libro que pueden ofender a algunos católicos, pero no debería prestar demasiada atención a este hecho.”

 El papa san Paulo VI bien conocía el juicio del cardenal Newman, quien afirma que “si la literatura ha de ser un estudio de la naturaleza humana…, es una flagrante contradicción intentar una literatura sin pecado acerca del hombre que peca”. El milagro de la gracia, el Martirio, está infinitamente sobre cualquier escándalo, máxime el farisaico.

El papa Francisco en su “Carta sobre el Papel de la Literatura en la Formación” de sacerdotes y fieles laicos, lamenta “el grave empobrecimiento intelectual y espiritual de los futuros sacerdotes que se ven privados de tener un acceso privilegiado (mediante las novelas y la poesía) al corazón de la cultura humana y más concretamente al corazón del ser humano, a través de la literatura.”

Siempre le estaremos agradecidos.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 22 de septiembre de 2024 No. 1524

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