Este domingo (6 de octubre), desde la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, Francisco se unió a los miembros del Sínodo de los Obispos y a los fieles de todo el mundo para rezar el rosario en súplica del don de la paz en el mundo por intercesión de la Virgen. «¡Acoge nuestro grito!», rezó el Papa, pidiendo también una “mirada materna sobre la familia humana”.

Por Sebastián Sansón Ferrari – Vatican News

A los pies de la Santísima Virgen María, en la víspera de la jornada de oración y ayuno por la paz en el mundo, desde la Basílica de Santa María la Mayor, un sitio muy querido para él, Francisco elevó una fervorosa súplica a Nuestra Señora este domingo 6 de octubre. A Ella, que conoce los dolores y las fatigas «que en esta hora abruman nuestro corazón», como expresó en su plegaria, le pidió: «¡Escucha nuestro clamor!».

Tras rezar el santo rosario junto a los miembros del Sínodo, a quienes invitó especialmente a esta iniciativa, el Sucesor de Pedro exclamó:

“Necesitamos tu mirada amorosa que nos invita a confiar en tu Hijo Jesús. Tú que estás dispuesta a acoger nuestros dolores, ven a socorrernos en este tiempo en que estamos oprimidos por las injusticias y devastados por las guerras; enjuga las lágrimas sobre los rostros sufridos de cuantos lloran la muerte de sus seres queridos; despiértanos del letargo que ha oscurecido nuestro camino y despoja nuestros corazones de las armas de la violencia, para que se cumpla pronto la profecía de Isaías: «Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra»”

Francisco le suplicó dirigir su mirada maternal a la familia humana, «que ha perdido el gozo de la paz y ha extraviado el sentido de la fraternidad», así como «interceder por nuestro mundo en peligro, para que custodie la vida y rechace la guerra; para que cuide a los que sufren, a los pobres, a los indefensos, a los enfermos y a los afligidos, y proteja nuestra casa común».

«Convierte los corazones de quienes alimentan el odio, silencia el ruido de las armas que provocan la muerte, apaga la violencia que habita en el interior del hombre e inspira proyectos de paz en las decisiones de quienes gobiernan las naciones», fue otra de las peticiones del Pontífice.

 


 

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