Por P. Fernando Pascual

Continuamente pensamos y aplicamos criterios y principios a la hora de tomar decisiones.

Así, un principio casi universal nos invita a no hacer a otros lo que no queremos que hagan con nosotros.

Otro principio nos recuerda que el fin no justifica los medios.

Otro principio defiende la importancia de respetar los pactos y de ser honestos a la hora de implementar lo acordado.

La lista de principios es enorme. Se habla del principio del mal menor, del doble efecto, de la confrontación entre costos y beneficios, etc.

Además, existen principios para diferentes ámbitos: para la medicina (recogidos en parte por la deontología médica), para la jurisprudencia, para la política, incluso para la vida familiar.

Los principios valen si está bien formulados y, sobre todo, si son correctos. El principio (que algunos aplican astutamente) de que hay que aprovechar las ocasiones a cualquier precio resulta claramente inmoral y dañino.

A la hora de aplicar los principios a cada situación concreta, conviene tener presente una especie de “principio de los principios”, que nos invita a usar los principios con la mirada puesta en un único objetivo: hacer el bien.

Este principio de los principios nos recuerda que los principios no son simplemente fórmulas mentales para resolver situaciones difíciles o para lograr decisiones que nos dejen tranquilos.

Nos recuerda que si un principio se aplica a un caso es para ayudarnos a encontrar el bien que vale la pena buscar en esta situación, con estas personas, en este contexto social.

Este principio de los principios nos aparta de un legalismo rígido, que aplica leyes y máximas sin tener en cuenta el objetivo de toda decisión humana orientada al bien.

Al contrario, nos recuerda que los principios valen en tanto en cuanto sirven para guiarnos a identificar el bien que ahora podemos llevar a cabo.

Ello no significa incurrir en posturas relativistas, que ponen entre paréntesis principios fundamentales para fijarnos solo en intereses subjetivos y en circunstancias variables.

Más bien, se trata de reconocer que los principios son solo ayudas a esa dimensión constitutiva de la conciencia ética de cada persona: la que nos orienta a la búsqueda del bien concreto en la situación que ahora estamos viviendo.

Por favor, síguenos y comparte: