Testimonio de Zachary King

Por Martha Morales

“Venderle el alma al diablo”, es una expresión que se usa para decir que esa persona es capaz de todo, hasta de entregar su alma al demonio, con tal de conseguir lo que quiere: placeres, dinero o poder. Pero realmente eso no es exactamente así.

Zachary King relata su testimonio: A los 11 años conocí el ocultismo y entré en un grupo de chicos de mi edad, era un aquelarre en Estados Unidos, y en ese grupo había una estancia con dulces, chocolates, videos, cigarros, alcohol, droga y demás. Podías comer a todas horas y tomar alcohol hasta quedar ebrio, cosas que en mi casa no me permitían. Sentí que ese era mi lugar. Podía ejercitar el sexo y, además, lo grababan.

Yo hacía de mago, de hechicero; me encantaba porque funcionaba. Me dijeron que ahora tenía que estar presente en un aborto. Yo no sabía lo que era, estuve presente, y luego me tocó hacer uno.

A los 13 me explicaron que si yo entregaba mi alma al demonio debía estar dispuesto a hacer de todo, pero también tenía que hacer ciertos trabajos, como viajar para hacer adeptos entre músicos de Rock, artistas, políticos de alto nivel… Mi vida tendría una duración de noventa o noventa y cinco años con todo lo deseado por mí. Pensé: “Tengo trece años, mucho por delante para hacer mi voluntad y conseguir todo lo que quiera”. No sabía siquiera si el infierno era real. Eso me convenció, así que firmé un documento que decía: “La Sangre de Jesús lava todo pecado, pero el mío no. Jesús murió por los pecados de todos, pero no por mí”. En la página final vendía mi alma al diablo. Firmé.

Algunas personas que firman este documento, al paso de los años, acaban suicidándose pues quiere huir de lo que han hecho.

Transgredí los Diez Mandamientos. Como era de religión bautista, me tocaba desestabilizar iglesias bautistas metiendo cizaña a través de la murmuración.

Con el tiempo, mi posición llegó a ser la de un Brujo de alto nivel (High Wizard), de los que no hay más de ocho en el mundo. En mi aquelarre particular yo había formado parte de la Iglesia Mundial de Satanás, y en ese aquelarre yo era el Brujo de más alto nivel. Un Brujo de ese nivel visita Hollywood, Los Ángeles, y lugares donde hay personas que quieren ser famosos, y les pregunta: “¿Qué estás dispuesto a hacer sea para ser famoso?”. La mayor parte contesta: “Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa”. Satanás quiere una disponibilidad total para arrastrar a sus víctimas por el lodo; te odia, no es tu amigo; te cobra los favores.

Yo me apunté porque lo quería todo: poder, conocimiento, coches, chicas… Quería pecar lo más que una persona fuera capaz de pecar. Pensé que pecar era equivalente a la diversión. Quería la cantidad más grande de dinero que pudiera tener, la casa más grande, el coche más lujoso, quería hacer lo que me diera la gana. Y Satanás parecía dispuesto a darme todo eso. El demonio era mi amo. Estaba logrando lo que él quiere, esclavizar sin que te des cuenta. Iba a los mercados y maldecía toda la comida que había allí.

Después de 6 ó 7 años piensas: “Ya no quiero hacer esto, pero ya me comprometí. No puedo parar. La única manera de salir es morir. Tendrás que suicidarte o que te mate alguien o morir de edad avanzada”.

Quiero decir, de paso, que es imposible vender tu alma al demonio, porque las almas las compró Jesús a precio de Sangre.

Un día planeé mi escapada, conduje fuera de la ciudad hasta que no tuve gasolina. Vendí mi coche y me dirigí a Canadá, pero me rechazaron en la frontera. Me casé y empecé a trabajar en una joyería en un centro comercial. Y tres meses después de casarme, en enero de 2008, en la joyería se me acercó una señora que quería comprar unos aretes, se los mostré, pero la cliente sacó un disco pequeño dorado. Yo no sabía qué era (era una medalla de la Virgen). Y luego dijo una cosa extraña: “La Madre bendita te llama a su ejército”. Pensé: “¿Quién será la Madre bendita?”. Le dije: “Me da igual lo que me des; no me puede hacer nada. Esta medalla milagrosa no le va a hacer nada al brujo de más alto nivel”.

Aprieto la medalla en mi puño. Me encuentro ante la Mujer, somos ella y yo, me cuenta mi vida, me dice que he destrozado más de cien iglesias, y esto procede del demonio; me dice varias cosas más y en todas repite “y esto procede del demonio”. Yo estoy aterrorizado, no sé qué hacer. Me gustaría correr, estoy flotando en el vacío, no estoy tocando el suelo. Quiero dejar caer la medalla. Estoy pensando que la mujer está haciendo magia y yo no tengo este poder. Y la cliente dice de nuevo: “La Madre bendita te llama a su ejército”. Y supe instantáneamente que se refería a las Madre de Dios. Una revelación extraña para un exbautista. ¡Y en ese instante María apareció! Me cogió de la mano, me sonrió tiernamente y me dio la vuelta. ¡Jesús estaba de pie detrás de mí! En ese instante supe que todo lo que es católico es verdad. Supe que mi satanismo y mi brujería eran falsos, y tenía que pararlos. Supe que Jesús es mi Señor y Salvador, y que no había vendido mi alma al diablo a los 13 años. La Señora me dijo: “Tu trabajo es ayudarme a poner fin al aborto. Saca tu rosario y dale una patada a aquél, pero no le dejes cogerte; no te dejes engañar por sus juegos y sus trampas”. Luego supe que el aborto es la ofrenda más poderosa que se puede dar a Satanás.

Si eres católico sabes que debes dejar al demonio y correr hacia Dios, pero yo no lo sabía. Me hicieron saber: Tu meta es el cielo y la mejor manera de conseguirlo es acercándote a Dios. Me quedó claro que debía dejar todo lo referente a la New Age (Nueva Era), el Reiki y a lo claramente satánico. Dice Zacharia: “Con la Madre bendita nada me detiene”.

FUENTE: Cambio de agujas. El demonio existe. https://youtu.be/yNswS9NSGSY

 

Imagen de 愚木混株 Cdd20 en Pixabay


 

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