Por Rubicela Muñiz

Guillermo Dellamary, filósofo, psicólogo e investigador mexicano presentó en Querétaro su libro Madero, la versión confidencial de la Iglesia (1911-1913), basado en los reportes políticos del delegado apostólico en México al Vaticano.

Dellamary hace revelaciones desconocidas que se encuentran en el Archivo Apostólico Vaticano, antes Archivo Secreto del Vaticano, a través de una recopilación e investigación de estos archivos especiales para conocer la gestión del presidente Francisco Madero y los vínculos sociales y políticos de la Iglesia en México en tan conflictivo lapso. Su trabajo no solo abarca la parte histórica sino también la psicohistórica.

– Guillermo, ¿qué lo motivó a realizar este trabajo?

Me motivó mucho el tema del revisionismo histórico, una corriente sociohistórica que ha crecido en las últimas décadas, en donde verificamos lo que dicen los textos para hacer más completa la investigación de un hecho histórico.

El libro está escrito en función solo de la información que está en esos archivos del Vaticano. Obviamente yo edito qué información queda en el libro y qué no, tratando de verificar que ciertos datos sean verdaderamente trascendentes y cuáles de esos datos están en otras versiones. Para eso tengo una estrecha amistad con un tal Santiago Portilla, que es especialista en Madero y que ha publicado muchos trabajos sobre Madero, y que es un reconocido historiador que, incluso, los archivos de Madero se los acaba de regalar la familia. Él fue mi asesor al escribir este libro.

– ¿Qué tanto sabía de Madero antes de conocer el contenido de los archivos?

Yo no sé nada de Madero en términos prácticos, solo lo que viene en los reportes políticos del delegado apostólico en México. Lo que sí me parece muy importante es que ellos reportan los temas sustanciales de la visión interna que captan y entienden lo que está pasando en la política en México o en los escenarios políticos internacionales.

– ¿Por qué Madero fue importante para la Iglesia?

La Iglesia tiene un enemigo muy específico desde la Revolución Francesa: la masonería (francomasones y yorkina), y a la Iglesia lo que le importaba era con quién estaba Madero.

Hay un hecho que irritó terriblemente a la masonería, que fue el encuentro, por primera vez, de don Porfirio Díaz con el nuncio apostólico en 1909 para la organización de las fiestas patrias. Díaz era francófono masón.

Entonces Madero, que estaba muy influenciado por ricachones del sur de los Estados Unidos y los francomasones, inicia un movimiento financiado por ellos para erradicar lo que había logrado el Porfiriato con la conciliación de la iglesia.

– ¿También utilizó a los católicos para llegar al poder?

Él sí negoció con católicos empresarios del norte de México y después del centro de México para poder llegar al poder. También aprobó y negocio al Partido Católico Nacional y, evidentemente, cuando llega al poder los católicos le dicen “¡qué bueno que llegas! Ahora nos vas a apoyar en la cámara de diputados y de senadores”. Esto en contra de los masones. El partido creció en muy poco tiempo de una forma avasallante.

– ¿Buscó acercamiento con el Vaticano igual que Porfirio Díaz?

De las primeras cosas que aparecen en el archivo de Madero, es que le pide a su hermano que vaya a Japón a agradecer a una delegación muy sustanciosa de japoneses que estuvieron en México para festejar el centenario de la independencia y, acto seguido, que fuera al Vaticano a renegociar el acuerdo para volver a las relaciones Vaticano-México. Esto fue contradecir la Ley Juárez.

No sé si se dio el encuentro, pero sí sé que se iniciaron las negociaciones para que se llevará a cabo ese acuerdo mutuo.

¿Ahora entiendes por qué Bernardo Reyes y Félix Díaz se levantaron contra él? Porque no había cumplido muchas de las cosas que pactaron entre juaristas y masones

– ¿Qué lectura hace de Madero desde la psicohistoria?

Muchos dicen que era un hombre bueno, pero ingenuo e inocente y muy metido en su espiritismo. Consultaba tanto en sus sesiones espiritistas, que hay quien dice que era un iluminado de todas las cosas que hacía y que llegó al poder casi que lo hubieran ayudado los espíritus. Sus entradas triunfales, el triunfo de las batallas. Lo que hizo ese chaparrito fue notable. Tenía carisma, era querido y apoyado, pero rompió reglas secretas, reglas que no debía un Presidente encumbrado y de ahí nace lo que sus enemigos no quisieron más.

Entonces se levantan en armas contra Madero y viene la llamada decena trágica a manos de los generales retirados Manuel Mondragón, Bernardo Reyes, Félix Díaz.

En esta investigación estudio la mente de los personajes, estudio el pensamiento, el análisis, el discurso del análisis, su personalidad, sus emociones. Y eso aparece en los archivos porque los mismos relatores se atreven a dar sus apreciaciones y percepciones.

– ¿Cómo se logra ingresar al Archivo Apostólico del Vaticano?

El Archivo está abierto al público académico y no está censurado a ninguna religión. Tienes que demostrar tu nivel académico, demostrar que vienes con sinceridad y honestidad a hacer una investigación presentando tus ideas de tesis.

Además, te piden una carta de seriedad parroquiana y otra del arzobispo. Lo que buscan es una jerarquía que te respalde.

Al Archivo lo que le interesa es que se investiguen y publiquen estas cosas. Yo llevé este libro al Archivo y a la Biblioteca Vaticana. Nuestra tarea es divulgarlo. Yo me siento en la obligación de divulgarlo para que se abran nuevos horizontes.

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Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 17 de noviembre de 2024 No. 1532

 


 

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