Por: Ana Paula Morales
La histórica ciudad de Alepo, en Siria, enfrenta nuevamente momentos críticos tras la reciente entrada de grupos rebeldes que han generado un ambiente de pánico, incertidumbre y profundo sufrimiento entre la población. En entrevista para el Observador, Mons. Antoine Chahda, arzobispo sirio católico de Alepo, la situación empeora con las medidas extremas que se planean implementar, como el corte de agua y electricidad, lo que podría agravar aún más la crisis humanitaria.
“Van a cortar el agua y la luz para obligar a la gente a salir de la ciudad”, lamentó el prelado en un desgarrador testimonio.
“Ya todos los comercios están cerrados, las calles bloqueadas, y la gente permanece en sus casas. Lo que vemos es una tristeza increíble.”
El temor crece ante la posibilidad de una intervención militar con bombardeos por parte de fuerzas extranjeras, en un intento por desalojar a los rebeldes.
“Van a sacar unos aviones para atacar a los rebeldes, los iraníes están involucrados, pero no se sabe nada con certeza. La incertidumbre es total.”
Miles de personas ya han huido de la ciudad en busca de refugio, mientras las principales rutas de escape han sido bloqueadas.
“Miles de personas salieron ayer y hoy por la mañana. Sin embargo, ahora parece que también han cerrado las autopistas de la parte izquierda de Khanaser, dejando un único camino colateral como opción.”
En medio de esta devastadora realidad, la vida cotidiana de Alepo ha quedado paralizada. La catedral sirio-católica permanece cerrada, y las celebraciones litúrgicas han sido suspendidas.
“No podemos celebrar misa. Los rebeldes han ordenado que nadie salga a la calle durante 48 horas. Estamos encerrados en el arzobispado, rezando y esperando la protección de la Virgen María.”
La magnitud del sufrimiento que enfrenta Alepo es desgarradora. Mons. Chahda describe un panorama desolador:
“Estamos viendo una tristeza increíble. Todo está cerrado, y quienes permanecemos aquí solo podemos rezar. Nos aferramos a Dios y a la Virgen María en este momento de prueba.”
Este nuevo episodio en el prolongado conflicto en Siria es un recordatorio del calvario que enfrentan los cristianos y toda la población de Alepo. Mons. Chahda hizo un llamado urgente a la solidaridad:
“Pedimos a todos los fieles que eleven sus oraciones por nosotros, por nuestra comunidad y por la paz en esta tierra.Confiamos en Dios que podamos celebrar navidad en paz”.
La amenaza de cortes de agua y electricidad, la imposibilidad de celebrar Misa y el bloqueo de rutas de escape ponen en evidencia la fragilidad de las vidas atrapadas en esta crisis. Sin embargo, la fe de los cristianos de Alepo sigue siendo un faro de esperanza en medio de la oscuridad. Ahora más que nunca, su testimonio nos invita a unirnos en oración y en acción para apoyar a quienes enfrentan este sufrimiento en tierras golpeadas por la guerra.