Por P. Fernando Pascual

No existe verdadera historia si no hay libertad humana. La historia comenzó cuando se produjeron las primeras decisiones libres.

J.M. Roberts, historiador inglés, en su libro Historia del mundo. De la prehistoria a nuestros días, afirmaba tal idea con estas palabras:

“La historia humana comenzó cuando la herencia de la genética y del comportamiento que hasta entonces había proporcionado la única manera de dominar el entorno, fue rota por primera vez por la elección consciente”.

Los otros seres vivos que actúan junto a nosotros en el planeta siguen pautas de comportamiento más o menos fijas, pero sin elecciones conscientes. Por eso no tienen una auténtica historia.

En cambio, el ser humano puede escoger entre cazar de una manera o de otra, cultivar en un mes o en otro, resolver un conflicto con el diálogo o con las lanzas.

Cada elección libre, surgida desde esa compleja interacción entre los deseos, la inteligencia y la voluntad, abre una nueva página para la historia.

Muchas de las elecciones quedan casi olvidadas en las historias “privadas”, personales, esas que uno puede recordar cuando narra, en casa o ante amigos, cómo empezó aquel trabajó, qué hizo cuando tuvo un accidente, cómo encontró un nuevo sistema de organizar sus libros en casa.

Esas historias personales confluyen luego en los grandes relatos históricos: un pueblo que emigra, un ejército que vence (o que es derrotado), unos colonos que levantan desde cero una nueva ciudad.

Los historiadores se fijan, con razón, en aquellas elecciones que consideran más relevantes y que han sido recogidas en tradiciones orales o escritas (documentos) con las que podemos reconstruir los hechos del pasado.

Pero esos hechos “mayores”, junto con todos los hechos de cada historia personal (de cada biografía) se explican por esa compleja y fascinante posibilidad humana: la que permite llevar a cabo elecciones libres.

Esas elecciones podrán ser mejores o peores, provocar daños o beneficios, dejar consecuencias que pasan rápido o que duran por meses (o incluso años).

Esas elecciones escriben cada día, también hoy, un recorrido que deja huellas en los corazones, en las ciudades, incluso en todo el planeta tierra.

Así de poderosas son las elecciones conscientes. Así de grande (y terrible) es la condición humana, abierta a esas dos opciones que escriben la historia humana: la del egoísmo que destruye, o la del amor que nos abre a Dios y a los demás…

 
Imagen de Dorothe en Pixabay


 

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