Por Rebeca Reynaud

Cada vida humana es un milagro. Una persona vale más que la creación entera material, dice Santo Tomás de Aquino, porque podemos amar, perdonar, trabajar, adorar y más cosas. Cada uno es irrepetible, único.

La personalidad está formada por el temperamento y el carácter, y su formación dura toda la vida; somos capaces de mejorarla continuamente. Nacemos con un temperamento, el carácter se forma con todo lo que recibimos de la familia, de maestros y de vivencias. La personalidad es lo que hacemos para construirnos: o mejoramos o empeoramos. La culpa o el mérito es nuestro.

Para mejorar hay que conocernos. Los diseños de Dios en la naturaleza son hermosos. Lo que se maneja en la cabeza y en el corazón es bello y complejo. Hay que conocer nuestros puntos débiles y fuertes. Nadie es perfecto. Si no me conozco, no me entiendo y me dejo llevar por mis sentimientos, no me domino de la mejor manera.

Los traumas no se quitan, pero se pueden superar, dice Leticia Rico. Y nos propone contestar a algunas preguntas a fin de mejorar.

¿Cómo te ves hoy? Hay que saber responder a esa pregunta. Alguno puede decir: me veo como un hijo de Dios contento, débil, amistoso, con sobrepeso, con algo vida por delante, con cierta urgencia de aprovechar el tiempo y de rezar más.

Reconoce tus fortalezas y tus áreas de oportunidad: Soy resciliente (ante el fracaso ¿sé levantarme y volver a empezar?), sé escuchar, tengo constancia en el trabajo y el estudio.

Unas áreas de oportunidad son para cada uno, distintas. Pueden ser la falta de paciencia, la susceptibilidad, esperar que me exploten, metí la pata y no sé pedir perdón; pasar de ser “metiche” a ser discreto.

Otra pregunta que debemos hacernos: ¿cómo puedo mejorar? Luchando por tener más paciencia y tolerancia, tener más constancia en los ejercicios físicos, controlar el sentimentalismo, ordenar mi habitación, tener un couch certificado. El couch revisa el grado de satisfacción personal y dominio del temperamento, ese ejercicio se llama couching.

Amor propio ordenado. Hay personas que no se aman porque tal vez no les mostraron la maravilla del amor, hubo alguien que le dijo: “¡qué feo, malo, burro…!”. Pero la buena noticia es que se puede arreglar. La propia estima puede estar baja, y, por tanto, esa persona puede ser muy agresiva; otras personas creen que no tienen que seguir ninguna regla.

Tomar una tarde a la semana es necesario para no caer en excesos de cansancio. El agotamiento trae tristeza y ansiedad. No todo puede ser estudio, trabajo y oración; hay que caminar o hacer deporte, oír música y ver alguna serie buena, o lo que a la persona le descanse.

Empatía (viene de ephaton = sentir, y en = dentro) es la gran puerta que el otro nos abre para compartir su verdadero yo y su mundo interno, y sólo se da si yo muestro una actitud amistosa y positiva. Sin la empatía difícilmente se darán relaciones sanas. Se dará una comprensión de la situación vital, intelectual y emocional de la persona.

La empatía es conocer la situación del otro a través de la mirada, se da desde el saludo. Si tuviéramos más empatía podríamos hacer más sencillo nuestro camino. La empatía es ir al encuentro del otro. ¿Logro hacerle sentir que es importante para mí? La empatía nos permite conseguir una conexión emocional, identificar necesidades, nos da creatividad y capacidad de colaborar con los otros.

Víctor Kuppers es un profesor español que dice: la empatía unida a la alegría y a la actitud positiva son los grandes motores de impulso de cambio y mejora. Desarrollar la bondad es lo principal, hay que luchar por ser la mejor persona que podamos ser. La alegría tiene mucho que ver con no perder el ánimo. Todos pasamos por momentos negros, sin embargo, hay que saber que siempre vendrá la luz.

La Psicología cognitivo conductual, es una terapia que tiene una tríada cognitiva:

  • ¿Cómo me veo a mí mismo?
  • ¿Cómo veo a los que me rodean?
  • ¿Cómo veo al mundo?

Hay que pensar en cada una de esas ramas a fondo. Los trastornos de depresión, de ansiedad o de personalidad necesitan atención urgente. Hay que tener paciencia con esas personas, pero necesitan tratamiento especializado. Los pensamientos negativos o distorsionados nos programan para que nada salga bien, es decir, intoxican. Esos pensamientos negativos salen de nuestra mente, se regresan y nos atacan. Prenden ante un acontecimiento, viene el pensamiento rápidamente y se da el sentimiento. ¿Dónde andan nuestros pensamientos? Si a todo digo que no, tengo una conducta equivocada de defensa. Hay que cambiar esos pensamientos negativos y, si no podemos, necesitamos ayuda externa (terapeuta). Lo que siempre ayuda en la vida, es respirar profundamente varias veces al día.

Ponernos planes de acción para mejorar. No debemos estancarnos porque el agua que se estanca, apesta. ¿Cómo me puedo comunicar sin quebrantos y enojos? Cada uno se lo debe plantear.

 
Imagen de baninov en Pixabay


 

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