Los obispos en México han abierto las puertas de sus Catedrales para que el Pueblo de Dios, como peregrino de la esperanza, se acerque a vivir un momento de reconciliación y así se pueda sembrar la semilla de la paz en nuestro país. Es el momento de un nuevo Jubileo, un tiempo de gracia que nos llama a la reconciliación, a la conversión y a un renovado encuentro con Dios.