Las estadísticas son contundentes. Nunca como hasta ahora tantos jóvenes han estado medicados, ni han existido en esta etapa de la vida tantos casos de ansiedad y depresión. ¿Qué está pasando con esta generación?

El psicólogo y profesor de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, Tasio Pérez, analiza las causas de esta situación, pero también las formas en las que se puede revertir una parte de la población de la que depende el futuro de la humanidad. Esto compartió en entrevista con Javier Lozano:

¿Son hoy los jóvenes más blandos?

– Están más heridos. Es una generación que está sufriendo mucho. El hecho de que las generaciones anteriores, es decir, nosotros y nuestros padres, hayamos destruido gran parte de las cosas que nos hicieron bien, hace que sea patente en ellos una gran angustia y malestar.

¿Qué hemos destruido?

– Hace 30 o 40 años había relaciones familiares estables. Serían de mayor o menor calidad, pero la mayor parte de familias tenían un padre, una madre y un mismo hogar durante toda la vida. Hoy muchos jóvenes vienen de familias inestables. Y la responsabilidad no es suya, es nuestra. Habrá ciertamente que ver otras inseguridades: la escuela, la aceptación de los amigos, las calificaciones… Pero el clima afectivo del hogar es el suelo básico.

¿Esto qué consecuencias tiene?

– Un hogar con un padre y una madre que permanecen unidos da seguridad a un niño. En cambio, un niño que no tiene un hogar y que ha tenido que asumir muchos cambios desde pequeño maneja unos niveles de angustia muy altos. La falta de estabilidad afectiva y relacional le genera un gran vacío.

¿Estos problemas también pueden darse en familias estables?

– Hay matrimonios estables que no son capaces de poner límites o de ejercer bien sus responsabilidades. El otro día vino un matrimonio agobiado porque a su hija en el colegio le habían pedido un dibujo de su familia. Dibujó a los padres en una esquinita trabajando, y en el extremo opuesto se dibujó ella cogida de la mano de su niñera. Muchos pueden venir de familias donde hay pocos conflictos, pero sí muchas carencias.

¿Viven en un mundo irreal?

– El 90% de la información les llega por las redes sociales en las que todo el mundo cuelga una vida perfecta. Instagram es la red de la envidia. Lo que se cuelga en redes no es real, es una imagen idealizada, pero los jóvenes tienen la sensación de que la vida de los demás es mejor que la suya.  Y compiten por los likes: todo lo que viven tiene que estar publicado. Si no obtienen likes, no son nadie, se sienten fuera del “sistema”. Pero la angustia cuando entran en el “sistema” es aún peor.

Gran cantidad de jóvenes están hoy medicados. ¿Esto cómo se explica?

– En muchos casos tiene que ver con esa inestabilidad familiar, con las redes sociales y con el bullying. Y si esto lo metemos en una coctelera y agitamos, el resultado es que los trastornos psicopatológicos en la población infanto-juvenil se han disparado.

¿Qué respuestas podemos darles?

– Quizás yo no pueda cambiar el mundo, pero sí puedo querer mucho y mejor a mi mujer. Esto es un testimonio brutal para mis hijos. Unos hijos que ven que sus padres con lo que tienen, poco o mucho, son felices, es más difícil que sientan esa insatisfacción. Igual que hay muchos adolescentes que sufren mucho, también hay otros tantos que están fenomenal. Y en muchos casos detrás de ellos nos encontramos una familia que ilumina su existencia.

¿Es el amor la clave de todo?

– Como decía Dostoievski: “Cuanto más oscura es la noche, más brillan las estrellas”. La experiencia de ver familias donde hay un amor genuino es muy poderosa. Son jóvenes que llegan con mucho hastío, pero también con sed de amor. Un ser humano sólo puede venir al mundo por un gesto de amor de sus padres, y sólo nos desarrollamos plenamente si hay amor, pero en ese amor, además de cariño, tiene que haber límites, ideales y auténtica libertad. La respuesta es siempre el amor.

Se reproduce entrevista con el permiso de la agencia religionenlibertad.com

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 19 de enero de 2025 No. 1541

 


 

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