Por P. Fernando Pascual

Aristóteles describió un fenómeno que tiene una gran importancia en la vida ética: los actos concretos facilitan el desarrollo de vicios o de virtudes.

¿Cómo ocurre esto? Una persona toma, por vez primera, una bebida hasta ese momento desconocida. El acto es sencillo: beber algo nuevo.

El efecto de ese acto (como el de cualquier acto que realizamos, incluso los que son inconscientes) será placentero o desagradable.

Desde ese efecto surge en cada uno una configuración interna que facilita repetir el acto (si la bebida era realmente placentera) o no repetirlo (si resultó desagradable).

Ciertamente, no basta un acto concreto para que inicie en nosotros una virtud o un vicio. Pero un primer acto, desde la reacción que produce en nuestro interior, predispone a repetirlo o a alejarnos de él.

Así surgen los vicios: un acto malo pero agradable nos prepara a volver a realizar esa acción (fumar un cigarrillo, comer un tipo de pastel con exceso de azúcar), y así guía a una persona a repetir aquello que va contra su salud física o espiritual.

Así también surgen las virtudes: el gusto que uno experimenta cuando ha ayudado a un familiar o a un amigo nos dispone a repetir acciones de solidaridad y de servicio.

Alguno puede pensar que este fenómeno nos controlaría, hasta el punto de perder nuestra libertad y de encadenarnos a comportamientos automatizados.

Aristóteles reconocía que una virtud se puede perder si uno realiza actos contra ella, y algo parecido podemos decir del vicio: nos apartamos de él cuando cortamos nuestra dependencia respecto del placer que nos procura.

Pero el mecanismo, sin determinarnos completamente, se produce en nosotros de un modo natural, y por eso vale la pena conocerlo para ayudarnos a alcanzar un estilo de vida sano y virtuoso.

No basta, como es obvio, un acto concreto para que seamos virtuosos o viciosos. Pero ese acto concreto, puntual, se convierte en el inicio de un camino interior.

Ese camino será desgraciado, si entramos en el túnel de algún vicio; o será dichoso, si nos acerca, poco a poco, a alcanzar una virtud que hará fácil realizar actos buenos, para nuestra plena realización y para alegría de quienes viven a nuestro lado.

 


 

Por favor, síguenos y comparte: