Por P. Fernando Pascual
Noticias frescas han llegado a la televisión, la radio, la prensa, los blogs, las redes sociales: hay una revolución en tal lugar, ha sido derrocado tal presidente, ha estallado un conflicto civil en un Estado.
Ante esas noticias, como ha sido notado en varias ocasiones, surgen inmediatamente “especialistas” que dan su parecer: la culpa la tuvo el dictador, o los guerrilleros son unos terroristas, o empieza un periodo que provocará miles de sufrimientos para tal o cual minoría.
Lo curioso es que muchos de los que ofrecen opiniones llenas de fuerza, para condenar a unos, para denunciar a la comunidad internacional por sus hipocresías, o para defender a los vencedores (o compadecer a los vencidos), hasta hace poco no habían dicho casi ni palabra sobre el asunto en cuestión.
Es normal que un experto que durante años ha seguido un argumento, esperamos que con honestidad y buenas informaciones, dé su parecer sobre este golpe de Estado o sobre aquella “repentina” explosión de violencias en varias ciudades.
Pero no parece serio, ni conveniente, que cientos de recién llegado lancen sus juicios, cuando ni siquiera los mejores especialistas tienen una idea clara de lo que está ocurriendo.
Hay conflictos en los que resulta bastante evidente reconocer los intereses en choque, las acciones de unos (o de los dos bandos) que merecen ser condenadas con energía.
Otros conflictos, sin embargo, encierran una complejidad enorme. Basta con imaginar esas luchas endémicas en Estados surgidos tras un proceso colonizador o después de terribles guerras territoriales, donde conviven pueblos que no se caracterizan por la simpatía recíproca.
También resulta necesario reconocer los diferentes prejuicios que tienen quienes opinan, y que dependen de simpatías personales, o de libros leídos, o de “noticias” que denigraban sistemáticamente a unos mientras exaltaban a otros, sin permitir una visión objetiva y serena de los hechos.
En esos hechos, por desgracia, se mezclan culpas y responsabilidades no solo de unos, sino muchas veces de los dos bandos, si es que no entran en liza mercenarios y otras personas que llegan a un territorio para aumentar el caos y la desestabilización.
Si, además, sabemos identificar intereses de países poderosos, o de grupos de presión que desean vender armas, o controlar riquezas de un Estado concreto, se hace mucho más difícil comprender de modo suficientemente completo lo que ahora está pasando en este conflicto del que tantos hablan.
Ahora toca hablar de… Con un poco de prudencia, quizá sería mejor escoger un silencio prudente que permita dedicarse, en serio, a recoger aquellos datos que ayuden a comprender lo que está pasando, sin sesgos ideológicos que pueda tener uno mismo o que lleguen por culpa de medios “informativos” que, en realidad, desinforman…
Imagen de Arrowhead Coffee en Pixabay