Por P. Eduardo Hayen Cuarón
El ISSSTE garantiza, por primera vez, la aplicación del procedimiento para la ejecución del aborto, llamado erróneamente «Interrupción Legal del Embarazo» (ILE) en unidades médicas del organismo. El Diario Oficial de la Federación afirma que en el ISSSTE se pueden practicar abortos «con el máximo cuidado del bienestar físico, psicológico y social de la persona». Esta afirmación es un engaño a las mujeres y una injuria a quienes ejercen la medicina.
Jamás el embarazo ha sido considerado como una enfermedad. Estar encinta es un proceso natural y normal, y no una patología. Cuando una mujer embarazada acude a una clínica, el médico se encuentra con dos pacientes: la madre y el hijo, a los que hay que atender. Todo profesional de la medicina debe recordar que la esencia de su vocación consiste en el deber de defender la vida y la salud de las personas. En ese cuidado por la salud y la vida radica la dignidad y la honra de la profesión médica.
En la historia de la medicina el embrión siempre ha sido un objeto de cuidado, un paciente más, al igual que la madre. La rama de la medicina que cuida de la salud reproductiva de la mujer es la ginecología; y la que cuida de su embarazo se llama obstetricia. Existe también otra rama de la ciencia médica llamada embriología (antes de la semana 8 o 10 del embarazo) y la fetología (después de la semana 10). Una vez nacido el bebé, de él se ocupa la pediatría. Practicar un aborto es contrario a ley natural, ultraja la identidad de la medicina, es una deshonra para el médico y un motivo de vergüenza para el personal sanitario.
El aborto puede traer consecuencias físicas potencialmente graves para la mujer, según el método abortivo utilizado: desde la perforación uterina, inflamación pélvica y cicatrices que podrían poner en peligro su futura fertilidad, hasta infecciones, peritonitis, endometritis, hemorragias, traumas renales, trombosis, embolias, coágulos que pueden afectar distintos órganos, y hasta paros cardíacos. La pregunta es si el ISSSTE y las clínicas para abortar proporcionarán toda la información sobre las consecuencias posibles de un aborto a la mujer antes del procedimiento.
Existe además un síndrome postaborto que daña la estructura psicológica y social de la mujer y su familia. Este trastorno puede aparecer inmediatamente después del aborto o permanecer latente durante largo tiempo, incluso durante años, y manifestar los síntomas diferidos. Estas repercusiones pueden ser psicosis depresiva, aislamiento, alteraciones del sueño, trastornos en la alimentación, ansiedad, disfunciones sexuales, conductas suicidas, abuso de drogas y relaciones destructivas, maltrato familiar y otros trastornos.
Una mujer que aborta, o un hombre que colaboró con ella puede negar continuamente lo ocurrido, a veces puede reprimirlo o racionalizarlo. Los profesionales de la salud mental utilizan el término «síndrome postaborto para describir la incapacidad de procesar la angustia, el miedo, coraje, tristeza y vergüenza que resulta de esta experiencia; de sobrellevar el duelo causado por la ausencia del hijo, de encontrar la paz con ella misma y con los involucrados en esta decisión.
El Estado, en todas sus instituciones del sector salud como el ISSSTE, es el principal promotor y cuidador de la salud de la población. Su deber no solamente es intervenir directamente en la salud sino diseñar y promover estrategias para que los ciudadanos desarrollen conductas que los hagan vivir sanamente, y así evitar que el gobierno se active para velar por su salud. El Estado debe prohibir ciertas conductas que luego se pueden convertir en un problema de salud pública, aunque se lesionen derechos de terceras personas, como ha sido el caso de leyes que protegen a los no fumadores.
El Estado, considerando que el aborto acaba con los derechos del no nacido pero también lesiona los derechos del padre, tiene el deber de impedir que se practiquen abortos. Su deber es desarrollar acciones educativas para promover estilos de vida, comportamientos y ambientes saludables para una buena salud pública.
No es una buena idea que un grupo pequeño de personas del mundo de la política tome decisiones contrarias a la ley natural, como es el aborto. Condenando a muerte a millones de seres humanos no nacidos y dañando a miles de mujeres, convierten al país en una jungla. Lo que necesita el mundo es disminuir el sufrimiento, no multiplicarlo.