Por P. Joaquín Antonio Peñalosa
El famoso lema de “libertad, igualdad, fraternidad” que inspiró ayer a la Revolución Francesa, debiera ser hoy, cada vez más, la motivación constante del mundo actual.
La libertad es el elemento determinante para la configuración de una sociedad verdaderamente humana que respete la independencia económica, política, religiosa y cultural de los pueblos sin imperios colonizadores, sin estados absolutos que engullan los derechos humanos, sin colectivos oprimidos por cuestiones de raza y absurdos nacionalismos.
Junto a la libertad como principio prioritario y hegemónico, debe abrirse paso la plena realización de la igualdad. Igualdad de los sexos sin discriminación de la mujer, igualdad del color de la piel sin humillación del negro o del moreno, igualdad de las minorías étnicas sin abuso de las mayorías. Sin una igualdad mínima, no podrá articularse jamás la sociedad que necesitamos, donde la inevitable diversidad confluya, no a una imposible uniformidad, sino a una esencial unidad en vista del bien común, la justicia y la paz.
El concepto de fraternidad que inspiró el Himno de la Alegría de Beethoven -hoy himno oficial de la Unidad Europea-, alude más bien a un ideal moral y religioso que a un principio constitucional. La fraternidad que aflora en pensadores grecolatinos florece en la religión judía y encuentra en el cristianismo su principio esencial y su carta magna al asumir las diferencias en un contexto de solidaria hermandad.
Somos diferentes, pero somos hermanos. Sobre el derecho a la diferencia, debe imperar la obligación de la fraternidad como inspiradora de la legislación y de la convivencia social.
Una sociedad basada solo en el principio de libertad y de igualdad, se convierte a la larga en injustamente insolidaria y desigual. El equilibrio sólo puede venir de la fraternidad que acude en ayuda de la libertad y de la igualdad, y posibilita corregir sus excesos.
Mientras no practiquemos con hechos la fraternidad, los hombres no seremos ciertamente ni justos ni libres.
* Publicado en El Sol de México, 7 de marzo de 1996; El Sol de San Luis, 23 de marzo de 1996.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 2 de febrero de 2025 No. 1543