Por Rebeca Reynaud

José significa “Dios añadirá”. San José nos lleva a entender la grandeza de la vida ordinaria, la belleza del trabajo. Nos enseña a añadir lo divino, a trabajar con el Señor. Nosotros también hacemos algo muy de Dios, como dar catecismo o convivir tratando de hacer felices a los demás.

Jesús reveló, en cierta ocasión, que el patrocinio y el poder de intercesión de San José son superiores a la de todos los demás santos. Sabemos que José, hijo de Jacob, llegó a ser el segundo en el reino de Egipto y que, cuando el pueblo, hambriento, pidió pan al faraón, los mandó a José. Podemos oír también, en nuestras dificultades que Dios nos dice: “¡Id a José!”.

El 19 de marzo nos recuerda que Dios nos pide una ofrenda completa. En el siglo XIII, en París, empezó a elevarse la hostia consagrada y el vino, y luego se tocó una campanita y luego las campanas de la Iglesia, y eso enfervorizaba a los fieles. No se usaba la comunión frecuente y la gente a veces se subía a las bancas para ver mejor la hostia consagrada. ¡Cuántas cosas podrían cambiar en mi vida si yo viviera menos mal la Santa Misa! Realmente estoy en el calvario, es el memorial de la muerte del Señor. Que esté allí nuestro tesoro. Mi centro, mi raíz, mi descanso, mi fuerza es el Señor presente en la hostia santa. Vamos a pedirle al Señor que nos aumente la fe. Tu santidad depende de tu Misa.

Todo está planeado para que amemos más: la creación, la familia, la Iglesia. Todo lo que ha pasado en mi vida es lo que más me convenía, aunque no lo entienda. Todo me puede ayudar a sacudirme la rutina y centrarme en lo principal: aprender cada día a amar más a Dios y a los demás.

San José nos puede ayudar a amar más a Jesús Niño y a Jesús Eucaristía. Preguntarme: ¿Por qué no soy más educado en la Misa? ¿Por qué no llego antes para prepararme mejor? Puedo aprender a ser alma fina de modo que llegue un ratito antes a la oración, y cuando termine, quedarme un ratito más. Y así, antes de la lectura espiritual y después de ella.
Nuestro paso por la tierra es un momento insignificante y será pagado con un gozo extremo, con un gozo total y para toda la eternidad. El pago que se da a la tarea que realizamos es totalmente desproporcionado. Dios nos paga por nuestro trabajo en la tierra en forma descomunal. Si damos mucho, más se multiplicará en el Reino de los Cielos. Es el amor a Dios el que produce el cambio sobre la tierra y el que nos da el premio eterno.

Hay momentos en que la tarea que Él nos pide nos puede parecer difícil, pero Él siempre está atento a nuestras necesidades. Él nos dotó de lo necesario para cumplir con nuestra misión.

Scott Hahn dice que el sentido de la Historia viene dado en 33 años: la Vida de Jesucristo.

  • El propósito de su vida duró 3 años: su vida pública.
  • El objetivo de su ministerio se dio en tres días: El Triduo Pascual.
  • El clímax de su sacrificio se dio en tres horas: En la Cruz.
  • El resultado de la Pasión y Muerte de Jesús se traduce en tres palabras: Todo está consumado.

Nuestra Señora dijo el 2 de septiembre del 2011 en Medjugorje: “Mi Hijo los ha traído a ustedes, a la gente del mundo entero, a conocer al único Dios verdadero y a Su amor…”. Ustedes han sido elegidos específicamente para estos tiempos. “Los invito. Los necesito. Los escogí. Ustedes son importantes” (junio de 1981). Ustedes has sido llamados, invitados por Mí para una tarea especial: “Quiero que ustedes comprendan que Dios los ha escogido a cada uno con la intención de usarles en un gran plan para la salvación de la humanidad” (25 de enero de 1987).

Alejandro Llano narra en su libro Olor a yerba seca: En un viaje cultural visité la Mesquita de Córdoba. Rodeado de aquel bosque de columnas, oí Misa allí. Y fue después de la comunión cuando Dios me hizo ver que aquellos deseos de conversión no se harían realidad estable sin el poderoso auxilio de la gracia, lo cual requería a su vez por mi parte el decidido abandono de las formas más claras del egoísmo, de la búsqueda inmediata y física del mero placer (p. 79).

A Luisa Picarreta, Jesús le dice: “Hija mía, la paciencia es el alimento de la perseverancia, porque la paciencia mantiene en su lugar a las pasiones y corrobora todas las virtudes, y las virtudes, recibiendo de la paciencia la actitud de la vida continua, no siente el cansancio que produce la inconstancia, tan fácil a la criatura. Por eso el alma no se abate si es mortificada o humillada, porque rápidamente la paciencia le suministra el alimento necesario, y forma un vínculo más fuerte y estable de perseverancia. Ni si es consolada ni ensalzada se eleva mucho, porque la paciencia, alimentando a la perseverancia, se contiene en la moderación sin salir de sus límites. Mientras una persona se alimenta, se puede decir que tiene vida, así el alma, mientras tenga paciencia, tendrá perseverancia” (Libro del Cielo, 6-115).

Por tanto, no permitamos, ante las flaquezas de los demás, que se endurezca ese corazón grande que nos ha otorgado el Señor. Habría que fomentar en nosotros la capacidad de ser felices. El Maestro Eckhart escribió: «Si le dieses gracias a Dios por todas las alegrías que Él te da, ya no te quedaría tiempo para quejarte.» (s. XIII-XIV).

Invoca a San José, sobre todo en los momentos difíciles y confía tu existencia a este gran santo, decía el Papa Francisco. Podemos imaginar el cariño de José por el Niño y por la Virgen. La fe que obra mediante la caridad, y la caridad tiene mucho que ver con la fidelidad.

 


 

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