Por Nelly Sosa

Llegué a Misa un poco desolada por una situación familiar que me preocupó. (Es increíble como justo antes de llegar a la Eucaristía sobrevienen tentaciones para no vivir el encuentro con el Señor a plenitud). El día estaba gris y entre lluvioso, y el ambiente al interior de la parroquia se sentía muy tranquilo, más de lo normal.

Empezó la Celebración y en la Primera Lectura escuché estas palabras en el libro de Jeremías:

“Bendito el hombre que confía en el Señor
y en él pone su esperanza.
Será como un árbol plantado junto al agua,
que hunde en la corriente sus raíces;
cuando llegue el calor, no lo sentirá
y sus hojas se conservarán siempre verdes;
en año de sequía no se marchitará
ni dejará de dar frutos”.

Mi corazón saltó de gusto y pensé en la ternura y fidelidad del Señor, siempre atento, siempre en guardia por las necesidades de mi alma, del alma de todos sus hijos… ¡era el noveno aniversario del primer blog post de “El árbol menta”, este pequeño espacio surgido por su gracia!

Le di gracias a Dios por esta muestra tan bonita de su presencia en mi vida, en este proyecto que empezó como una curiosidad por explorar la fe católica que realmente no había conocido de verdad y por compartir lo que iba aprendiendo y lo que mis amigas me iban compartiendo en el camino.

Y la verdad es que el Señor no ha dejado de nutrir nuestras raíces, gracias a Él, a nuestras colaboradoras y a ti que lees nuestros pasitos en la fe, se ha formado una comunidad tan enamorada de Jesús y de María, con carismas tan diversos como hermosos, que nos invitan a seguir profundizando en la fe y a amar más y mejor, que las ramas de este Árbol que plantamos en el 2016 se siguen extendiendo… ¡Gloria a Dios!

Después de escuchar las bienaventuranzas, el padre nos decía en la homilía que la verdadera bendición en la vida no es lo que tenemos, sino en quien ponemos nuestra confianza; nos recordaba los temporales, frágiles y lo vacías que son las cosas materiales y nuestros afanes si no nos llevan a Dios…

Sigamos caminando juntas, buscando Su Agua Viva, esa que nos mantiene firmes en la fe, en la confianza, en la esperanza de que todos nuestros esfuerzos, nuestras angustias, nuestras batallas, nuestras pequeñas o grandes cruces diarias, como lo dijo el padre en misa, son para Santificarnos y que más allá de todas ellas, nos espera la gran promesa de la Vida Eterna.

Pongo en manos de Dios sus intenciones y las de todas ustedes y que lo que venga sea siempre para su mayor gloria.

www.elarbolmenta.com

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 2 de marzo de 2025 No. 1547

 


 

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