Por P. Joaquín Antonio Peñalosa
Ahora que celebramos, este 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, recordemos, así sea con leves pinceladas, lo que han pensado de la mujer las grandes religiones de la historia, cuyo sedimento se advierte en el concepto femenino de hoy.
Universalismo chino. Conforme a la visión del Tao, la mujer es necesaria pero subordinada como principio negativo (Ying) que resulta imprescindible para el triunfo del principio positivo (Yang). Por su parte, Confucio considera a la mujer como criatura irracional, el polo negativo de la vida que ha de someterse al polo racional o masculino. Si los dos fueran iguales, resultaría imposible el orden y la vida familiar se convertiría en lucha de poder. Pero ni el varón es un déspota, ni la mujer una esclava.
Hinduismo. El varón es superior a la mujer en el aspecto social y religioso. El varón aparece como una mujer venida a más que ha ascendido en el camino de las reencarnaciones; y la mujer es un varón venido a menos. Pero este sometimiento es solo una etapa en el proceso que lleva hacia la plenitud final donde no existan ya ni varones ni mujeres.
Budismo. La mujer, además de irracional, es incapaz de la contemplación pura, del amor desinteresado. Buda ha sido el primer —y con Jesús el único—, que ha logrado trascender la división de lo masculino y femenino, abriendo un camino de liberación igual para varones y mujeres.
Judaísmo. En la perspectiva del Antiguo Testamento, el padre aparece como jefe y gobernador de la familia; la madre realiza el papel fundamental de la generación de los hijos, pero no tiene poder sobre el clan familiar; es un ser subordinado dentro de una sociedad patriarcal. El judío ortodoxo da gracias a Dios de no haber nacido mujer.
Islamismo. Ante Dios, hombre y mujer son iguales; pero en la sociedad, el varón guía el orden exterior, mientras la mujer tiene su trono en el hogar. La mujer es tierra fecunda, propiedad del marido -al que se le concede la poligamia. Solo la mujer que ha perdido el orgullo de serlo puede querer ser igual al varón.
Cristianismo. Jesús recibe en su compañía a mujeres y varones, separándose así de los rabinos que solo acogían varones. Fustiga los pecados de los varones —sacerdotes, escribas, fariseos— que representan la prepotencia de su mundo, mientras perdona a la prostituta y a la adúltera. Dirige su predicación por igual a varones y mujeres sin discriminaciones en el orden social y moral; todos son seres humanos libres, todos hijos de Dios, todos convocados a construir su reino de amor fraterno.
* Artículo publicado en El Sol de México, 29 de febrero de 1996; El Sol de San Luis, 2 de marzo de 1996.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 2 de marzo de 2025 No. 1547