Delante de la cruz los ojos míos
se me queden, Señor, así mirando,
y sin ellos quererlo estén llorando,
porque pecaron mucho y están fríos.
Y estos labios que dicen mis desvíos,
se me queden, Señor, así cantando,
y sin ellos quererlo estén rezando,
porque pecaron mucho y son impíos.
Y así con la mirada en Vos prendida,
y así con la palabra prisionera,
como la carne a vuestra cruz asida,
se me quede, Señor, el alma entera;
y así clavada en vuestra cruz mi vida,
Señor, así, cuando queráis me muera.
Liturgia de las Horas
Video: Canto Católico
Imagen de Ingo Kramarek en Pixabay