En los próximos días se estará llevando a cabo el Cónclave, un acontecimiento que importa a creyentes, pero genera también interés a no creyentes. Cardenales de todo el mundo no mayores de 80 años estarán eligiendo al siguiente Papa. Ante esto, hay dos ideas que han estado rondando y vale la pena reflexionar.
Por José Miguel Pardo
La primera es que “Al Papa lo elige el Espíritu Santo” y esto podría llevarnos a pensar “el asunto está resuelto, Dios lo elige y ya está”. Creo que esta es una idea que hay que acotar. En 1997 el entonces Prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, que después se convertiría en el Papa Benedicto XVI, dijo en una entrevista que revisando la historia “hay muchos Papas que el Espíritu Santo probablemente no habría elegido”. En la historia de la Iglesia hemos tenido Papas muy virtuosos y también los hemos tenido muy malos, con actos muy cuestionables y reprobables. Si la idea que “el Espíritu Santo elige al Papa” se abraza enteramente, habría que decir entonces que el Espíritu Santo también eligió a esos Papas malos.
Dice Ratzinger «yo no diría que el Espíritu Santo elige al Papa, pues no es que tome el control de la situación, sino que actúa como un buen maestro, que deja mucho espacio, mucha libertad, sin abandonarnos». Es decir, el Espíritu Santo inspira la conciencia de los cardenales para que den su voto a la persona que ellos consideran que debe ser electo, sin embargo, esta inspiración puede ser aceptada, pero también rechazada. Dios le inspira a uno a hacer actos buenos, pero en nuestro libre albedrio, uno puede tomar decisiones dejándose llevar por pasiones desordenadas, buscando el mal del otro, por complejos, por heridas o buscando nuestro propio interés, y así ya no actuamos y decidimos conforme a lo que Dios nos pide.
El otro lado de la moneda es desvirtuar esta idea al grado de ver el Conclave como un acto pura y meramente humano, en la que Dios se vuelve solo un espectador de esta situación, viendo desde el cielo “a ver qué pasa”, cayendo con esto en una especie de gnosticismo, olvidándonos que Dios va entretejiendo su voluntad con la historia humana.
No es que todo este determinado de antemano, Dios actúa como un tejedor creativo tomando en cuenta los hilos de que dispone, tal como son y como se encuentran, con lo bueno y con lo malo que tenemos y en medio de la tela en la que los humanos vamos llevando la historia con nuestros actos y decisiones, él va metiendo su hilo dirigiéndola a su gran destino eterno. Con nosotros y a veces a pesar de nosotros, él realiza su plan. Él es el dueño de la historia.
En conclusión ¿Qué es lo mejor que podemos hacer los creyentes ante este acontecimiento? Recurrir a LA ORACIÓN. Para otros esto puede ser una pérdida de tiempo en la que hablamos con nosotros mismos, o en la que hemos creado a un ser imaginario para calmar nuestra conciencia pero que en realidad no hablamos con nadie. Para nosotros los creyentes orar es la base de todo nuestro actuar, en la que platicando con alguien cercano que nos conoce y ama, le pedimos ayude a los cardenales a tomar la mejor decisión, y que, si hay algo no conforme a Dios que este influyendo en su decisión, sea vencido en su nombre. Si cuando uno tiene que tomar una decisión importante para la vida pide la oración de los demás porque la necesita, cuando más para elegir al sucesor de Pedro. Oremos por la Iglesia, oremos por los cardenales.
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