Carta a los fieles de Guachochi: consuelo, esperanza y repudio ante la violencia
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Con el corazón profundamente conmovido me dirijo a ustedes, después de los dolorosos acontecimientos que hemos vivimos en estos días en nuestro querido Guachochi.
Las balaceras que se han presentado, han sembraron miedo, angustia y dolor en nuestras calles, hogares y corazones.
A nombre de nuestra Iglesia diocesana, quiero expresarles mi más cercano consuelo, mi palabra de esperanza y también un firme repudio a toda forma de violencia.
A quienes fueron testigos de estos momentos aterradores, a quienes hoy sienten el corazón herido por la inseguridad que nos rodea, les digo: no están solos. Jesús, que lloró ante la tumba de su amigo Lázaro, está hoy con nosotros, llorando con nosotros, caminando con nosotros. Como Iglesia, estamos con ustedes.
Oramos, acompañamos, escuchamos y nos comprometemos.
Aunque la noche parezca oscura, no olvidemos que somos hijos de la luz. El miedo no tiene la última palabra. Dios no abandona a su pueblo. Nuestra esperanza está puesta en Cristo Resucitado, que venció el odio, la muerte y el pecado. Él nos invita a seguir construyendo la paz desde abajo, desde nuestras familias, nuestras comunidades, nuestras parroquias.
La esperanza no es ingenuidad: es una decisión firme de seguir creyendo en la fuerza del bien, de la verdad y del amor.
Como Pastor de esta Iglesia de Tarahumara, levanto la voz para repudiar con firmeza toda forma de violencia. No podemos acostumbrarnos a vivir entre balas, a aceptar como normal lo que es contrario a la dignidad humana.
Rechazamos todo lo que atenta contra la vida, la justicia y la paz. Y exigimos a las autoridades competentes que garanticen la seguridad, que actúen con verdad y justicia, y que escuchen el clamor de un pueblo que quiere vivir en paz.
Queridos fieles: no dejemos que el miedo paralice nuestra fe ni nuestro compromiso cristiano. Sigamos siendo constructores de paz, sembradores de esperanza y testigos del amor de Dios.
Que nuestra Madre, la Virgen de Guadalupe, nos cubra con su manto y nos mantenga unidos como familia diocesana.
Con mi oración constante y mi bendición paternal
† JUAN MANUEL GONZÁLEZ SANDOVAL M.N.M.
OBISPO DE TARAHUMARA