Por Francisco Javier Acero, obispo auxiliar de México
Fray Robert Francis Prevost es agustino. Su formación en Estados Unidos le transformó en misionero de nuestro continente americano. Los agustinos tienen presencia en los cinco continentes, siendo parte de su misión evangelizadora más de 330 parroquias, 110 colegios y 6 universidades.
La fundación de la Orden en Norteamérica tuvo lugar en 1796, cuando frailes irlandeses llegaron a Filadelfia y fundaron la antigua iglesia de San Agustín en Filadelfia. Fr. Michael Hurley fue el primer estadounidense en unirse a la Orden al año siguiente. Estoy seguro que lo habrán celebrado con san Agustín, y el Papa Francisco con una gran sonrisa desde la otra orilla.
El Papa León XIV fue enviado a Perú y tuvo claro desde el principio lo que las Constituciones de su orden mandan: “Nuestra actividad misionera debe responder a las exigencias de la inculturación. Los temas específicos de inculturación, a saber, la encarnación del evangelio y de la vida consagrada, la adaptación de nuestra espiritualidad y apostolado, el modo de ejercer la autoridad y de orientar la formación, el uso de los recursos y bienes materiales, deben ser parte integrante de nuestro talante misionero”.
Un Papa misionero que promueve la comunidad, la comunión y la comunicación elementos esenciales para vivir la sinodalidad en las periferias existenciales, saliendo a la calle, dejando de lado la burocracia del altar y buscando al hermano que vive situaciones de pobreza y vulnerabilidad. Así es el nuevo Papa León XIV, antes Mons. Robert, y mucho antes fray Robert que se ocupó de la provincia del Perú procurado buena formación para los frailes, sentido comunitario y misionero.
Tres características que compartió en la diócesis de Chiclayo, que generó en el dicasterio de los Obispos en Roma y que hoy como Papa dará testimonio de lo que es generar el sentido comunitario en estos tiempos de crisis, en donde se resalta el individualismo atroz y la cultura de la fragmentación. Sus primeras palabras fueron por la paz en el mundo recordando al fundador de la Orden “ama la paz, ten la paz, posee la paz, conquista a cuantos puedas para que posean la paz; será tanto más espaciosa cuantos más sean los posesores. Una casa terrena no admite muchos moradores: la posesión de la paz crece con el multiplicarse de los mismos” (Serm. 357,1).
León XIV es un hombre sereno en donde su experiencia de interioridad agustiniana y comunidad son dos elementos clave para enriquecer el estilo sinodal que el Papa Francisco nos dejó como legado. Su apoyo al CEPROMELAT Centro de Prevención al Menor latinoamericano, poniendo a las víctimas como centro, nos muestra que seguirá siendo tolerancia cero a este tema de los abusos. Como buen matemático y religioso continuará con la transparencia y la rendición de cuentas, la preocupación por las personas en situación de pobreza y vulnerabilidad y por los alejados de la Iglesia.
Seguimos integrando con León XIV la alegría del evangelio, pero esta vez con un tono más agustino siendo todos hermanos. Hemos vivido un cónclave digital, lleno de austeridad, y por supuesto unos primeros días de pontificado en donde todos son amigos del Papa, deseo que no se produzca el fenómeno del domingo de ramos, veremos quien apoya cuando llegue el jueves santo y quien pone los clavos del viernes santo. Lo que sí tenemos claro es que su ejercicio en el pontificado tendrá siempre esta máxima agustiniana: “omines bonos imitare, malos tolera, omnes ama” (S. Agustín, Catequesis a los principiantes 27, 55).
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 18 de mayo de 2025 No. 1558