Por Rebeca Reynaud

Hilaire Belloc, político inglés, se presentó a las elecciones generales de 1906 en el distrito de South Salford por el partido liberal, en Inglaterra. El partido conservador basó su campaña en el eslogan: “No vote por un francés católico”. Belloc empezó su primer mitin con estas palabras: “Caballeros, soy católico. Si me es posible voy a Misa todos los días. Esto – sacando un rosario del bolsillo- es un rosario. Me arrodillo y paso las cuentas todos los días si me es posible. Si me rechazan por este motivo, agradeceré a Dios que me ahorre la indignidad de ser vuestro representante”. Finalmente ganó las elecciones y el escaño.

En los evangelios, los autores sagrados presentan a Jesús siempre vivo y no como un personaje del pasado. Jesús habla del “Evangelio del Reino de Dios”. En tiempos antiguos se llamaba evangelio a la recompensa que se daba al que traía una buena noticia al rey.

En tiempos de Augusto (63 a.C.- 14 d.C.), se hablaba de un Dios que iba a traer grandes bienes a la humanidad. Augusto pensó que ese Dios era él, por tanto, en el siglo I, en Roma, se llama evangelio a los beneficios que daba el emperador a los ciudadanos, como lo atestigua una inscripción: “El día del nacimiento del dios ha señalado el comienzo de las buenas nuevas para el mundo”. En cambio, en el Antiguo Testamento “dar una buena noticia” estaba en relación con el anuncio de los tiempos mesiánicos que traerían la salvación a su pueblo.

Composición y autenticidad de los evangelios

El mensaje de Jesús, ¿a qué se refiere? A Él mismo. Tras su resurrección, Jesús envió a los Apóstoles al mundo entero “a predicar el evangelio a toda creatura” (Mt 16,15).

Hay cuatro testimonios de un único Evangelio. Estos cuatro relatos son fruto de un proceso de composición que se suele dividir en tres etapas:

La vida y enseñanzas de Jesús en Palestina durante las tres primeras décadas de nuestra era. Los discípulos son testigos de los signos y de la predicación del Maestro. En esta etapa la memoria juega un papel importante.

2ª Tras la resurrección del Señor, ¿qué pasa? Se desarrolla la tradición oral. Es un periodo de unos 30 ó 40 años. Los discípulos predican y celebran la eucaristía o “fracción del pan”.

Desde finales de los años 60, los discípulos van poniendo por escrito las enseñanzas del Señor. Van desapareciendo los que habían sido testigos directos de la vida y obra de Jesús y el templo de Jerusalén es destruido.

San Ireneo, Clemente de Alejandría y el Canon de Muratori hablan de la autoría de las cuatro versiones del Evangelio: ellas tienen origen apostólico.

Se dice que un escrito es auténtico para indicar su conformidad con el documento original, y tiene como autor a la persona a la que se le atribuye.

Lo que es común a Mateo y Lucas, pero no se encuentra en Marcos suele identificarse con una colección de dichos de Jesús llamada Fuente Q. San Justino habla de los evangelios como de “Memorias o recuerdos de los apóstoles” (Apología, 1,66.3).

El esquema de los evangelios es el mismo que el que Pedro usa en su discurso a Cornelio: Bautismo del Señor, Jesús predica en Galilea, sube a Jerusalén donde, tras su ministerio de tres años, sufre su Pasión. Después de resucitar se aparece a los apóstoles y luego asciende a los cielos junto al Padre, desde donde vendrá como juez. Los que creen en él reciben el perdón de los pecados.

Fiabilidad histórica

Los evangelios no son crónicas contemporáneas escritas por un testigo sobre la vida de Jesús. Son relatos fieles a la tradición apostólica, que a su vez es fiel a la predicación y vida de Jesús. Los apóstoles transmiten la vida de Jesús otorgándole un significado. La predicación apostólica narra unos hechos históricos indiscutibles. “Cristo murió”, es un acontecimiento histórico sucedido bajo Poncio Pilatos, “por nuestros pecados” conforme estaba anunciado en los escritos sagrados de Israel. Lo narrado remite a la verdad de lo sucedido.

Imagen de Cristo según los evangelios

Jesús es presentado por San Mateo con toda su majestad pues es el Hijo de Dios. Para Marcos Jesús es el Mesías anunciado en el Antiguo Testamento. Lucas destaca que Jesús es el profeta por excelencia. Según Juan, Jesús es el Mesías prometido y el Profeta y Maestro, y es también el Unigénito. ¿Qué deberían decir de ti? Que eres el Evangelio encarnado, que te pareces a Jesús.

¿Y los mártires?

Cuando iban a martirizar a un cristiano del siglo primero, él no veía sólo el instrumento con que lo iban a matar, o el animal al que lo iban a enfrentar, veía más allá. veía que le esperaba ver a Jesús y estar en el Cielo eternamente, y así, Dios le daba la fortaleza para morir dando testimonio de su fe.

 

Artículo compuesto con ideas del Dr. Juan Chapa reelaboradas por Rebeca Reynaud

Bibliografía

Dei Verbum, nn. 18-19 y CEC, nn. 124-127.

 
Imagen de Tep Ro en Pixabay


 

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