Por José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
Reflexión homilética 29 de junio de 2025
En este domingo la liturgia celebra a las columnas de la Iglesia, Santos Pedro y Pablo.
Esta fiesta, muy importante para la Iglesia, va precedida por una vigilia vespertina que centra su reflexión en las preguntas de Jesús a Pedro, que después de haberle traicionado hizo un triple acto de fe y de amor a su Señor.
Hechos de los apóstoles
Los Hechos recogen el momento importante en que Herodes había prendido a San Pedro y esperaba matarlo públicamente.
Un ángel se presentó ante el apóstol y lo liberó de las cadenas que tenía puestas:
«Las cadenas se le cayeron de las manos y el ángel añadió: “Ponte el cinturón y las sandalias”.
Luego añadió: “Échate el manto y sígueme”».
Pedro, en medio de su despiste y admiración, hizo esta reflexión al verse fuera de la cárcel:
«Era verdad: El Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos».
Así meditamos cómo el Señor libró de la cárcel y de la muerte a San Pedro, roca de su Iglesia.
Salmo 33
Es un salmo que la Iglesia aplica a la liberación de San Pedro por medio del ángel del Señor:
«Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca, mi alma se gloría en el Señor: Que los humildes lo escuchen y se alegren».
Al verse libre de las cadenas, el salmista exclama: «Proclamad conmigo la grandeza del Señor… Contempladlo y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará».
Como una respuesta a la liberación de Pedro, decimos con él:
«Gustad y ved qué bueno es el Señor dichoso el que se acoge a Él».
San Pablo
Da la impresión de que el apóstol escribe a su discípulo Timoteo, consciente del final de su vida:
«Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente».
Pablo reconoce que ha combatido con fidelidad, ha mantenido la fe y siente que el Señor le recompensará su vida sacrificada por el reino de Cristo y lo expresa así:
«El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y llevará a su reino».
Verso aleluyático
Está dirigido a Pedro indicando que sobre él se edificará la Iglesia de Jesús y que «el poder del infierno no la derrotará».
Evangelio
El Evangelio, que es de San Mateo. Nos habla de una escena entre Jesús y los apóstoles. El Señor pregunta a sus discípulos sobre la opinión de la gente respecto a su Persona. Al principio son distintas y variadas las respuestas de los apóstoles:
«Unos dicen que es Juan Bautista, otros que Elías y otros que Jeremías o alguno de los profetas», pero Jesús, que siempre busca el compromiso personal, les pregunta a todos ellos:
«Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?».
Es el momento impresionante en que Pedro se compromete en nombre de todos:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
La respuesta de Jesús es inmediata y va unida al servicio que le va a pedir a Pedro como representante suyo en la Iglesia:
«Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y el poder del infierno no la derrotará».
A continuación, le da el poder sobre los demás: «Te daré las llaves del reino de los cielos. Lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».
En este día la Iglesia universal celebra a los grandes apóstoles: Pedro, a quien Jesús deja como su vicario en la tierra y a Pablo, apóstol de los gentiles, por su valentía al evangelizar en el mundo conocido en aquel tiempo. Ambos dieron la vida por Cristo y celebramos con gozo su martirio.
Hoy también celebramos el «Día del Papa», sucesor de San Pedro. Pedimos a Dios que fortalezca al Papa León XIV para que confirme en la fe a toda la Iglesia fundada por Jesús.