Por José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

Domingo XIV del tiempo ordinario

Reflexión homilética 6 de julio de 2025

No solamente Jesucristo anunció el Evangelio mientras estuvo en este mundo, sino que sostuvo pequeñas experiencias de evangelización con sus discípulos por los pueblos y aldeas para proclamar el reino y los caminos hacia él.

Isaías

En el último de sus capítulos predice un bienestar para Jerusalén e invita al pueblo de Dios a festejar a Jerusalén que es como la personificación del pueblo escogido por Dios.

Concreta su fecundidad diciendo: «Yo haré derivar hacia ella como un río la paz, como un torrente en crecida las riquezas de las naciones…».

El Señor multiplicará su fecundidad y la alegría de la paz exaltará al Señor por encima de los demás pueblos.

Salmo 65

Pide a toda la tierra que aclame al Señor y que le cante con júbilo porque así lo merece su gloria. Luego el salmista pide que se postre ante el Señor la tierra entera:

«Que toquen en tu honor… Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres».

Finalmente, el salmista pide «a los fieles de Dios que vengan a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo».

El salmo termina con una bendición al Señor que dice así:

«Bendito sea Dios que no rechazó mi suplica ni me retiró su favor».

San Pablo a los gálatas

Pablo, después de haberse convertido a Jesucristo, tiene como única gloria la cruz de Jesús en la que se siente él mismo crucificado y no entendido por el mundo.

Resalta que lo que importa es la criatura nueva que nace del compartir los sufrimientos de Cristo: «La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma, también sobre el Israel de Dios».

En adelante, la única gloria que pide para sí mismo el apóstol es llevar sobre sí los signos de la cruz de Cristo.

Verso aleluyático

San Pablo pide «que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón: la Palabra de Cristo habite entre vosotros con toda su riqueza».

Es muy importante que la riqueza de la Palabra de Dios brille en nuestra vida.

Evangelio de San Lucas

Narra los consejos que da Jesucristo a los setenta y dos discípulos que irán por los pueblos anunciando la buena noticia del Evangelio.

Empieza pidiéndoles oración: «La mies es abundante y los obreros pocos. Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies».

La oración es sumamente importante para todo misionero, porque, sea o no consciente de ello, todo el que anuncie la Palabra de Dios tropieza, más o menos pronto, con los enemigos de Dios.

Después de pedir esta oración continúa con unos consejos concretos para los discípulos:

«Cuando entréis a una casa decid primero: “paz a esta casa”».

Si hay gente de paz entre los oyentes «descansará sobre ellos vuestra paz, si no volverá a vosotros… Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan porque el obrero merece su salario».

De todas formas, es muy serio lo que advierte Jesús:

«Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comen lo que os pongan, curad a los enfermos que haya y decid: “está cerca de vosotros el reino de Dios”».

De esta manera el misionero debe ir siempre en nombre del Señor, proclamar su Palabra con respecto al reino y prometer, a quienes escuchen su mensaje la entrada en el reino.

Amigos todos, recuerden que por el bautismo hemos recibido la hermosa misión de proclamar a Cristo a todos los pueblos; empezando por las personas cercanas con las que tenemos más obligación.

 


 

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