Por José Ignacio Alemany Grau, obispo

Reflexión homilética 29 de enero de 2023

La vivencia del Evangelio va creando una manera de vivir según la cual no se trata solo de cumplir los mandamientos, sino que es una forma de actuar fruto de la vivencia del Reino de Dios.

A eso lo llamamos bienaventuranzas y las encontramos en los salmos y, de una manera concreta, en el capítulo cinco de San Mateo.

Sofonías

Profeta poco conocido y también es muy poco lo que nos dejó escrito, pero hoy la liturgia nos deja dos pensamientos especiales:

+ En el primero nos dice qué clase de hombres quiere el Señor:

«Buscad al Señor los humildes de la tierra, los que practican su derecho, buscad la justicia, buscad la humildad; quizá podáis resguardaros el día del Señor».

+ En el segundo momento nos habla del «resto de Israel», un pueblo a quien el profeta animará con verdadera pasión. En el párrafo de hoy leemos:

«Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde que confiará en el nombre del Señor».

Pero luego, en su libro, añade:

«El Señor está en medio de ti valiente y salvador, se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta».

Salmo 145

Alaba la preferencia de Dios por los débiles y limitados y mantiene con ellos fidelidad:

«Él da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. El Señor abre los ojos al ciego… Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino a los malvados».

San Pablo

El apóstol examina la asamblea cristiana y advierte que «no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas. Todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder».

Todavía es más exigente San Pablo diciendo que Dios «ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta».

La finalidad que tiene Dios en todo esto, según el apóstol, es que nadie pueda gloriarse en sí mismo, sino que «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».

Recordemos siempre que la humildad es característica del que evangeliza según Jesús, que nos dijo: «Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón».

Verso aleluyático

Es un grito de aliento para confirmar que la verdadera recompensa nos viene del Señor:

«Estad alegres y contestos porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

Evangelio

Como tantas veces hemos leído, en este capítulo cinco de Mateo, el Evangelio nos presenta a Jesús como el legislador del Nuevo Testamento.

Se sube a una altura, algo así como Moisés en la antigüedad, y desde allí irá anunciando con poder sus leyes:

«Oyeron que se dijo, pero yo les digo».

Hoy la liturgia nos presenta las bienaventuranzas. Propiamente no son leyes sino más bien las actitudes que brotan de abrazar el Evangelio y vivir en consecuencia.

Los exegetas nos indican también que en las bienaventuranzas encontramos como el resumen de la vida de Jesucristo y quizá, el momento más duro y claro, sea «dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa».

La conclusión es clara:

Vive el Evangelio y en tu vida florecerán las bienaventuranzas.

 

Imagen de Érica Viana en Cathopic


 

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