Por P. Prisciliano Hernández Chávez, CORC.

Tanto el psicólogo social Erich Fromm, como el filósofo de la esperanza Gabriel Marcel nos hablan de esta problemática del ser humano contemporáneo ‘el ser y el tener’.

La premisa que señala Fromm como la que orienta la vida de muchos es ‘quien no tiene, no es’. Así se desvaloriza a la persona, dando prioridad al bienestar como único horizonte de la vida humana. Importa la producción y los bienes de consumo.

Para Marcel como fenomenólogo de la persona, el ser y tener como misterio y problema. Considera que la corporeidad no se puede entender en términos de propiedad, es mejor decir ‘yo soy mi cuerpo’, así no se puede dar al propio cuerpo la calidad de objeto.

Por eso es altamente ilustrativa la parábola de Jesús sobre el rico necio (cf Lc 12, 13-21), porque la riqueza siendo en sí misma un bien, no puede considerarse como lo absoluto, como fin último de la vida; por eso debe existir el sano equilibrio y la prudencia entre ser y tener.

Es carecer de la sabiduría de la vida cuando se piensa solo en el bienestar. Así se puede llegar a la insensatez y a la crueldad inhumanas; los que buscan solo acaparar y no les importa la pobreza de los más pobres de los pobres. Al final la vida de los que tienen la soberbia de la vida del poseer, acaban en un fracaso existencial como personas y una eternidad vacía, sin la plenitud en el ser absoluto, Dios mismo.

Saber compartir, es la verdadera sabiduría de la vida, en el tiempo y después en el gozo del ser divino, fuera del tiempo.

El estilo contemporáneo, nos lleva desgraciadamente, al sometimiento de los sentidos bajo la reducción de la existencia humana a solo bienestar material. Es penoso el olvido de los bienes del espíritu como la vida de fe y la cultura de la fe cristiana y católica.

Son peligrosas las sed y el hambre del tener sin límites, hasta tener el atrevimiento de echar a patadas a los migrante o a los pobres.

Sobrevalorar la riqueza y el poder, nos hablan de una grave enfermedad del espíritu e incluso de desequilibrio psicológico. El dinero y la ambición de poder empobrecen al ser humano, imagen y semejanza de Dios quien lo posee todo y se coparte a sí mismo. Es misterio de plenitud y de amor. El tener sin sabiduría y sin prudencia puede arruinar el proyecto de Dios y de la persona humana, que es el amar hasta la total entrega.

 
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay


 

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