Por P. Eduardo Hayen Cuarón
El recurso a la magia es bastante frecuente en nuestros pueblos, más de lo que imaginamos. En el mundo espiritual hay una constante: la práctica religiosa y las prácticas supersticiosas son inversamente proporcionales. Cuando disminuye el número de fieles que acuden a la Iglesia, aumentan las prácticas de brujería, magia y superstición. Muchos se preguntan si la magia es realmente efectiva.
En un artículo publicado en Crisis Magazine, Steven Tucker cita un artículo de la página web feminista «Jezebel» llamado «Pagamos a unas brujas de Etsy para que maldijeran a Charlie Kirk». Dos días después de la publicación de ese artículo Charle murió asesinado en un campus universitario de Utah. El artículo fue inmediatamente removido y reemplazado por una nota aclaratoria diciendo que el escrito había sido una sátira y que no pretendía causar ningún daño físico.
¿Fue una maldición hecha con brujería la que causó el asesinato de Charlie Kirk? Aunque las feministas de Jezabel hayan afirmado que se maldijo al activista, nadie puede asegurar que esas maldiciones hayan tenido tal efecto. También es sabido que hechiceras de todo Estados Unidos –asegura Tucker en su artículo– se unieron para maldecir a Donald Trump y a su administración después de que ganara la elección de 2016. Sería muy imprudente afirmar que Trump perdió la reelección de 2020 por brujería. Los terrenos del serpiente antigua son un lóbrego bosque que no es fácil penetrar.
Lo que no es temerario afirmar es que la mayoría de quienes se dedican a la brujería son charlatanes que ni siquiera ellos mismos creen en lo que hacen. Se dedican sólo a manipular psicológicamente a la gente vulnerable para desfalcarla. Pero tampoco es temerario afirmar que existen verdaderos operadores de lo oculto que tienen pactos con Satanás y están puestos a su servicio. Es claro que si la brujería tiene efectos reales es solamente por la colaboración del demonio con estas personas.
Los verdaderos hechiceros que han hecho pactos con Satanás, creen ingenuamente que el diablo es como su esclavo al que pueden someter, cuando son ellos, los brujos y chamanes, quienes son los verdaderos esclavos del demonio. Ellos piensan que con darle órdenes al maligno éste les obedece. Y sí, puede ser que les cumpla lo que le piden, pero así los engaña para lograr su condenación eterna y la de otras personas, sobre todo de aquellos quienes solicitan los trabajos de magia. Al acceder a una petición humana, lo único que busca el enemigo es la condenación eterna del hombre.
Así como Dios ha puesto límites al mar para que no se desborde (Job 38, 10), también ha puesto límites a la acción extraordinaria del maligno; de otra manera ninguno de nosotros estaría vivo. Es cierto que en el mundo existe una permisión divina en la actuación del demonio que nos puede resultar incomprensible, pero por la Revelación sabemos que el mal no tiene la última palabra y que Dios sabe sacar, de los males, bienes mayores. En último término todo concurre para bien de los que aman a Dios (Rom 8, 28).
Hoy que prolifera la mentalidad mágica en muchas esquinas de la vida social, no podemos ni debemos tener miedo a que las actividades esotéricas puedan perjudicarnos. «¡Ánimo, yo he vencido al mundo!», dice el Señor (Jn 16,33). Es de capital importancia vivir en gracia de Dios, cumplir los mandamientos, el precepto de la misa dominical –mínimo–, incluso ir a misa entre semana siempre que se pueda, la confesión frecuente, el rezo del Rosario y una relación cada vez más íntima con el Señor. Solamente una vida cristiana intensa, con la fe, el amor y la confianza de los hijos de Dios, nos salvaguarda de las insidias del enemigo y nos hace vivir en la realidad.
La mentalidad mágica termina por enfermar a la gente. Esta mentalidad ha tenido efectos psicológicos que afectan a las personas en masa. Lo que antaño parecía imposible, en pocos años se volvió posible para la mente de un gran número de personas. ¿Quién hubiera dicho, hace unas décadas, que los hombres son mujeres, y las mujeres hombres? Ciertamente estas creencias son pura ilusión de mentes que están fuera de la realidad, pero en el fondo obedecen a una mentalidad mágica: podemos vivir en el mundo de Harry Potter y transformarnos en lo que queramos. Y curiosamente, en los ambientes en que más se cree y se practican las patrañas del género, son los ambientes en que proliferan las actividades esotéricas.
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