Por Rebeca Reynaud

En este artículo incluyo varias preguntas para que, antes de leer la respuesta tratemos de contestarlas.

¿Qué es la gracia de Dios?

La inteligencia artificial dice que la gracia es el favor inmerecido, gratuito y espontáneo de Dios hacia las personas, que se manifiesta como amor, perdón y ayuda para la salvación y para vivir una vida de bondad. No se puede ganar o merecer por obras, sino que es un don que se recibe por la fe en Jesucristo, y nos da el poder para hacer el bien y vencer las debilidades.

La gracia es un don sobrenatural que Dios concede gratuitamente al hombre para su salvación, por los méritos de JC. Dios nos da este don por pura bondad, no porque tengamos estricto derecho a él.

¿Por dónde nos llega la gracia? Por la oración, recepción de sacramentos, al leer la Biblia o algún otro libro espiritual, etc.

¿Qué es la gracia habitual? El estado de gracia. La gracia santificante es la que nos saca del estado de pecado al estado de gracia, y aumenta la santidad. Tiene otros dos nombres: gracia habitual y estado de gracia.

La gracia santificante es un don sobrenatural que Dios infunde en el alma y que nos hace justos, hijos de Dios y herederos del Cielo. Es un don s/n porque no es debido a nuestra naturaleza. La infunde en el alma, es decir, perfecciona el

espíritu.

¿Qué recibimos con la gracia santificante? Al Espíritu Santo, las virtudes teologales y morales y los dones del Espíritu Santo.

EFECTOS

1º. La gracia santificante nos hace justos al destruir en nosotros el pecado. Este paso del estado de pecado al estado de gracia se llama justificación (Faría).

“Nada produce más viva nostalgia de Dios como el pecado” (Julián Green).

2º. Nos hace hijos de Dios y herederos del Cielo. ¿En qué consiste la felicidad del Cielo? Es inexplicable. Ni ojo vio, ni oído oyó… “La santidad es una inmensa confianza en Dios” (León Bloy). Si se pierde la gracia, se recobra confesándose, o con un acto de contrición perfecta, que incluye el deseo de confesarse.

La gracia actual es un acto, algo que pasa después de cierto tiempo. Por ejemplo: un buen ejemplo, una moción interior, una meditación, una lectura, etc.

La gracia actual consiste en las inspiraciones con que Dios ilumina nuestro entendimiento y en los auxilios con que mueve nuestra voluntad para empezar, continuar y concluir las obras con las cuales honramos a Dios y conseguimos la salvación. Siempre son transitorias (del momento).  Unas veces se dirigen a nuestro entendimiento, para iluminarlo; otras, a nuestra voluntad, para fortalecerla.

Siempre se nos dan para evitar el mal y obrar el bien.

Dios las concede a todos: justos y pecadores.

Esta gracia es la que nos mueve a obrar. No basta la gracia santificante.

En el orden sobrenatural el hombre no puede hacer absolutamente nada sin la gracia de Dios. Por la gracia santificante, Dios vive en nuestra alma y nos hace vivir vida divina; pero sólo por la gracia actual Dios obra en ella y nos hace obrar sobrenaturalmente.

¿Qué nos salva: la fe o las obras? La fe, pero fe y obras no se excluyen mutuamente, son dos caras en la misma moneda de salvación. La fe es la que nos salva, pero las buenas obras son la evidencia natural y necesaria de esa fe. Con la fe nuestras vidas producen obras de amor y de obediencia a Jesús.

¿Cómo corresponder a la gracia de Dios?

Hay que aceptarla con humildad, vivir de acuerdo al Evangelio, cuidar a los necesitados y vivir una vida de gratitud, oración y santidad, en constante reconocimiento de que todo lo bueno que hay en nuestras vidas proviene de Él. Para corresponder a su Presencia real en la Eucaristía, cuando lo recibimos, hemos de estar en Acción de Gracias al menos 10 minutos. Es esta una forma de corresponder a una gracia recibida, el haber comulgado.

¿Podemos amar y servir a Dios con nuestras solas fuerzas? No, necesitamos la gracia. Dios tiene un plan amoroso para que cada uno de nosotros vuelva a Dios.

San Agustín dice que la gracia es el mismo Dios presente en nosotros. San Agustín dice respecto a Dios: “Ama y se acercará, ama y habitará en ti” (Salmo 21).

El Mérito: designa la retribución debida por parte de una comunidad o una sociedad a la acción de uno de sus miembros, considerada como obra buen a o mala, digna de recompensa o de sanción. El mérito del hombre ante Dios proviene de que Dios ha dispuesto libremente asociar al hombre a la obra de su gracia (Cfr. CEC 2006s).

El hombre tiene un desierto dentro de él cuando le falta el amor a Dios.

 
Imagen de Heiko Behn en Pixabay


 

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