Por P. Fernando Pascual
Puede parecer algo obvio, pero existen mentiras porque existen verdades. En otras palabras, solo podemos descubrir mentiras si existe la posibilidad de que conozcamos verdades.
Si, por ejemplo, alguien nos miente diciendo que este teléfono tiene garantía cuando no la tiene, la mentira saldrá a la luz porque existe una verdad: este teléfono ya perdió (o nunca tuvo) su garantía.
Este hecho resulta de gran interés, porque la experiencia de descubrir mentiras resulta posible gracias a las diversas posibilidades que tenemos de reconocer verdades.
Además, puede ocurrir, de un modo paradójico, que una mentira nos ayude a apartarnos de otra mentira. Si, por ejemplo, creí que este producto valía 20 cuando en realidad valía 5, y alguien me convence de que vale 10, al creer que vale 10 habré dejado de lado la primera mentira, pero todavía no he llegado a la verdad.
Si analizamos la historia humana, generaciones enteras han creído que el sol giraba en torno a la tierra, o que existía la generación espontánea de algunos seres vivos, o que ciertas enfermedades eran transmitidas por animales que no tenían la culpa, o que ciertos remedios curaban cuando en realidad provocaban más daños que beneficios.
Nuestro mundo, que presume de ser instruido y de tener un acceso casi completo a informaciones de todo tipo, no está exento de mentiras. Basta con escuchar a quienes ayer decían que esta enfermedad provocaría pocos muertos, cuando luego fueron millones los fallecidos.
A pesar de las mentiras y los errores que nos amenazan continuamente, tenemos una esperanza de que la verdad, tarde o temprano, saldrá a la luz y servirá para guiar nuestros pensamientos y acciones.
No siempre resulta posible acceder a la verdad con prontitud. Algunos prefieren la mentira porque puede resultar cómoda o porque ofrece “seguridades” infundadas. Otras veces el camino hacia la verdad se hace difícil, exige trabajo, incluso peligros: hay quienes a propósito difunden mentiras y persiguen a quienes las denuncian.
Pero en el fondo de nuestros corazones sabemos que superar una mentira nos permite acercarnos a la verdad, la cual siempre vale la pena, porque es como la luz que permite comprender mejor el sentido de nuestras vidas, y porque nos ayuda a escoger aquellas acciones que nos acercan al bien auténtico que deseamos desde lo más íntimo de nuestros corazones.
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