Un puente cimentado en la opción preferencial por los pobres

Por Felipe Monroy – VC Noticias

Este 9 de octubre se ha presentado la primera Exhortación Apostólica de León XIV, un documento intensamente esperado del Papa norteamericano el cual supone una brújula de intenciones, estilo y acentos clave del pontificado.

Al igual que hiciera Francisco con la encíclica de Lumen Fidei en junio del 2013 (publicada bajo su pontificado y con algunas aportaciones del Papa Bergoglio pero prácticamente completada en una primera redacción por Benedicto XVI); ahora se publica este texto también nacido en el pontificado previo y culminado por el sucesor. León XIV explica al inicio del documento: “Habiendo recibido como herencia este proyecto, me alegra hacerlo mío —añadiendo algunas reflexiones— y proponerlo al comienzo de mi pontificado”.

Este gesto de ambos pontífices confirma que el magisterio pontificio no es solo la intuición o el esfuerzo singular de una persona sino la confianza en que el espíritu asiste al depositario de la responsabilidad petrina en su misión, incluso a pesar de las muchas diferencias individuales que puedan tener. Pero además, este gesto tira por borda todas las intenciones políticas de exaltar personalidades y crear ‘capillismos’ de identificación gregaria o popular. Así como Francisco no llegó para romper o transformar todo lo hecho por el pontificado de Benedicto XVI; así tampoco León XIV no llegó a reformar o restaurar un estilo idealizado del papado.

Esta nueva exhortación está enfocada en la opción preferencial por los pobres y la dignidad humana. El tema central por supuesto está conectado con la última encíclica de Francisco Dilexit Nos (2024) que reflexiona sobre la participación del amor humano y divino de Jesucristo en la liberación del sufrimiento y de las carencias de las muchas pobrezas humanas.

El texto pide abrazar el sentido teológico de que “los pobres son quienes nos evangelizan” desde el silencio de su condición, al colocarnos “frente a la realidad de nuestra debilidad”. De esta manera, el papa León XIV explica que la pobreza “no es una fatalidad”, sino una condición estructural que interpela a la sociedad y a la Iglesia.

El documento también cuestiona aquellas narrativas (casi siempre de índole ideológicas) que culpan a los pobres de su situación y el Papa critica la meritocracia como justificación de la desigualdad. Frente a la idea perniciosa de considerar que “los pobres son pobres porque quieren” (como se dice despreciativamente), el pontífice recupera de su predecesor la perspectiva de que “los pobres no están por casualidad o por un ciego y amargo destino” y menos aún que sea para ellos una elección: “No podemos decir que la mayor parte de los pobres lo son porque no hayan obtenido méritos, según esa falsa visión de la meritocracia”.

El documento denuncia directamente al sistema económico que genera exclusión y acumulación de riqueza en pocas manos; lo denomina como una “dictadura de una economía que mata” porque “mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz”.

En su sentido más exhortativo, el Papa llama a resolver la falta de equidad en las sociedades contemporáneas pues la denomina “la raíz de los males” y el detonante de que los derechos humanos no sean iguales para todos.

Por ello, el texto también aborda temas polémicos contemporáneos como la migración y el sentido de acogida recordando que existe un marco ético y moral centrado en la dignidad humana frente a los discursos antiinmgración y frente a las políticas de exclusión, discriminación e integrismo racial, religioso, lingüístico o cultural; reflexiona sobre la degradación ambiental como producto de una perniciosa cultura del descarte que por afecta “de un modo especial a los más débiles del planeta”; convoca al deber de una misión educativa “llena de obstáculos y alegrías” porque “no se puede enseñar sin amar”; motiva a fortalecer los sistemas democráticos mediante la escucha a los más vulnerablesy llama a la Iglesia a sostener su conversión cultural y pastoral siendo “pobre y para los pobres”, asistiendo con atención espiritual y limosna a los más necesitados.

En un primer golpe de ojo, Dilexi Te es un documento de gran relevancia sociopolítica y pastoral. Aborda con crudeza y esperanza los grandes desafíos del siglo XXI y lo hace desde una opción clara por los pobres como sujetos de derechos y de historia.

Finalmente, es un renovado llamado al compromiso por el bien común más amplio, en tiempos donde la exclusión, la discriminación y el gregarismo identitario (por nacionalismos, religiones, lenguajes, consumos e ideologías de ocasión) campean en los órdenes políticos, económicos y mediáticos.

 

Publicado en vcnoticias.com


 

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