EO Redacción

La violencia política y la creciente impunidad han vuelto a sacudir a México, poniendo en el ojo del huracán la fragilidad del Estado de Derecho. El trágico asesinato de Carlos Manzo Rodríguez, alcalde de Uruapan, Michoacán, perpetrado la noche del 1 de noviembre de 2025 durante la inauguración del tradicional Festival de Velas en la plaza principal, ha desatado una ola de indignación nacional y condena de la Iglesia católica.

El edil, que había ganado las elecciones de forma independiente, era conocido por su postura combativa y por denunciar abiertamente la presencia y las extorsiones del crimen organizado desde el inicio de su mandato. Su muerte no es un hecho aislado, sino que se suma a una alarmante estadística: diez alcaldes de distintos partidos políticos han sido asesinados en el primer año del actual gobierno, cifra que subraya la vulnerabilidad de las autoridades locales que se atreven a enfrentar a las estructuras criminales.

El clamor de la Iglesia

Tras el atentado, que dejó también herido a un regidor y a un escolta, las plataformas digitales y los medios de comunicación se han convertido en un espacio de luto y de exigencia de justicia. Una de las voces más fuertes en condenar el hecho fue la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

A través de un comunicado, los obispos, promotores de la iniciativa Diálogo Nacional por la Paz desde 2023, reafirmaron su compromiso de acompañar a las comunidades que viven bajo el asedio de la violencia y denunciaron, una vez más, el deterioro del Estado de Derecho que se vive en diversos espacios del país. El asesinato del alcalde Manzo, así como otros crímenes contra ciudadanos que se han atrevido a levantar la voz, son para la Iglesia la prueba de una profunda crisis institucional.

El documento episcopal es claro y directo, al señalar que ya “no basta aprehender al asesino: hay que combatir con determinación la causa de todos estos asesinatos”.

La raíz del problema

Los prelados identifican con precisión la naturaleza del verdadero problema a enfrentar: la presencia ordinaria de grupos armados que controlan la vida pública de los ciudadanos en varias regiones. Esta presencia se manifiesta en la forma de “retenes en carreteras, el despojo de tierras, las amenazas constantes a los productores, comerciantes y gobernantes”, actos que evidencian un “grave debilitamiento del orden constitucional que los gobiernos, a nivel municipal, estatal y federal están obligados a garantizar”.

La postura de la Iglesia va más allá de un simple lamento, constituyéndose en una interpelación directa a los tres órdenes de gobierno, a quienes se les exige combatir con “determinación e inteligencia el verdadero crimen”. Este crimen, argumentan, no se limita a la “trágica e indignante muerte de un comerciante o un alcalde, como fueron Bernardo Bravo Manríquez y Carlos Manzo”, sino a la vida amenazada de miles de ciudadanos que ven ultrajadas sus libertades al intentar desarrollar sus actividades diarias con normalidad.

Bernardo Bravo Manríquez, líder citricultor de Apatzingán asesinado en octubre de 2025, había denunciado la extorsión a los productores de limón por parte de grupos delictivos, un caso que, al igual que el del alcalde Manzo, es una muestra de los peligros que enfrentan aquellos que desafían al crimen organizado en Michoacán.

Fidelidad en la misión

A pesar del entorno de violencia, la CEM destaca la perseverancia de sus miembros en las zonas más afectadas. Sacerdotes, religiosas y agentes de pastoral se mantienen firmes en su misión de anunciar el Evangelio, acompañar a las comunidades y abrir caminos de esperanza. “La entrega silenciosa y valiente de estas personas es un signo vivo de la presencia de Cristo en medio de su pueblo, recordándonos que la luz nunca se extingue frente a la oscuridad”, se lee en el mensaje.

El llamado de la Iglesia se extiende a los generadores de esta “violencia fratricida”, a quienes se exhorta a detener los crímenes y a respetar la vida de todos, recordando la admonición bíblica: “Caín, ¿dónde está tu hermano?” (Gn 4,9).

El arzobispo de Morelia reitera el compromiso con la paz

En este contexto de duelo e incertidumbre, Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Morelia, reiteró el compromiso de la Iglesia con la construcción de la paz.

En rueda de prensa, Monseñor Garfias lamentó la tragedia y urgió a la colaboración entre sociedad y autoridades, haciendo un llamado a los gobiernos federal, estatal y municipal a investigar a fondo y actuar con la debida diligencia. “Seguiremos insistiendo en nuestro compromiso de construcción de paz y hacer un llamado a las autoridades civiles de todos los órdenes de gobierno… el llamado a la paz seguirá haciéndose, seguiremos ofreciendo desde la Iglesia la atención a las víctimas de la violencia impulsando los centros de escucha”, expresó.

El arzobispo reconoció el enorme desafío que implican los homicidios “dramáticos” como el de Bravo Manríquez y Manzo Rodríguez, pero afirmó la inquebrantable voluntad de seguir impulsando la paz. “Es un desafío muy grande poder impulsar la construcción de la paz en medio de estas situaciones tan trágicas y dramáticas de violencia, pero como Iglesia y como sociedad civil seguiremos pidiendo a las autoridades civiles que se unan y nos impulsen para atender a las víctimas de las violaciones y para organizarnos como sociedad para seguir impulsando la construcción de la paz en todas las formas que podamos tener”, puntualizó.

El Último Adiós

La indignación ciudadana se palpó durante la ceremonia fúnebre del alcalde. El sentir de un pueblo herido y enardecido por la pérdida de un líder social se condensó en el discurso de su viuda, Grecia Quiroz, quien, tras la misa de cuerpo presente, sentenció: “No mataron al presidente, mataron al mejor presidente de México, al único que se atrevió a levantar la voz. Al único que se atrevió a decir la verdad sin temor a perder su vida, sin temor a dejar a sus hijos huérfanos”.

La Iglesia está convencida de que la construcción de la paz es una tarea que incumbe a todos: familias, maestros, comerciantes, empresarios, líderes religiosos y ciudadanos de los tres órdenes de Gobierno, todos llamados a defender los valores de la Patria para vivir dignamente, en paz y libertad. Por ello, el Diálogo Nacional por la Paz se ofrece como un espacio de encuentro, diálogo y coordinación para alcanzar estos objetivos.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 9 de noviembre de 2025 No. 1583

 


 

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