Por P. Fernando Pascual

Si un tren llega tarde, o está demasiado lleno, o se encuentra sucio, pensamos que hay responsables, y que las cosas pueden mejorar.

Si llueve demasiado, o se alargan los meses de sequía, o suben las temperaturas, ¿hay responsables? ¿Puede cambiar la situación?

Desde hace décadas, muchos consideran que los cambios climáticos son consecuencia de acciones humanas y, por lo tanto, que otras acciones humanas podrían revertir esos cambios y mejorar temperaturas y lluvias.

Pensar de esta manera resulta posible desde dos presupuestos. El primero: defender que la ciencia habría demostrado que los cambios en el clima dependen, al menos en una parte importante, de los comportamientos humanos.

El segundo: considerar que los cambios en el clima son negativos y que, por lo tanto, sería necesario, incluso urgente, adoptar acciones para detener esos cambios y promover un clima “tradicional” considerado como bueno.

Los dos presupuestos están unidos entre sí y se han concretizado en un amplio debate mundial sobre lo que podríamos hacer para que el clima no quede deteriorado y para “regresar” a una situación atmosférica considerada como mejor.

Existe voces que no aceptan estos planteamientos. Unos consideran que la responsabilidad humana en los cambios climáticos sería poco relevante. Otros, porque no están del todo convencidos de que tales cambios sean negativos. No faltan pesimistas que acusan al ser humano de los desastres climáticos pero creen que ya no sea posible hacer nada para revertir la situación.

Toca a los científicos estudiar en qué medida y por qué acciones concretas el hombre habría influido (e influye hoy) en los aumentos de temperaturas, en la falta de lluvias en algunos lugares, en las inundaciones en otros.

Toca también a los científicos individuar si cambios importantes en los comportamientos humanos podrían evitar los daños producidos por las alteraciones en el clima y conservar, en lo que dependa de nosotros, un clima más saludable para los vivientes en la tierra.

Mientras los estudiosos profundizan en esos temas, todos podemos reflexionar sobre nuestras responsabilidades, sobre lo que depende de nosotros, para mejorar lo que tenemos a la mano.

A veces son mejoras pequeñas: limpieza en la casa, recogida inteligente de la basura, estrategias para que un aparato electrónico dure más tiempo.

Otras mejoras, según lo que puedan indicar los expertos, afectarán a asuntos más amplios y complejos: la limpieza del aire en una ciudad, la disminución de plásticos y otros residuos en los ríos y en los mares.

Lo importante es ver en qué podemos contribuir para que el mundo sea un poco mejor, y poner nuestro granito de arena en una meta que merece ser perseguida, para nuestro bien y el de las generaciones futuras.

 
Imagen de Mario en Pixabay


 

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