EO Redacción

Desde la densa Amazonía hasta las remotas islas del Índico, existe una última frontera de la humanidad. Son los pueblos indígenas en aislamiento, un colectivo global que rechaza de forma consciente y sostenida el contacto con el mundo exterior. Su existencia, marcada por la resiliencia y la autodeterminación, está hoy más amenazada que nunca.

La organización no gubernamental Survival International, la principal defensora de los derechos de estos grupos desde hace 56 años, ha puesto el foco en esta crisis global. En octubre pasado, la ONG presentó un informe mensual que no solo expone su lucha, sino que revela una cifra contundente y preocupante: la mitad de los 196 pueblos existentes podrían desaparecer en los próximos 10 años si los gobiernos y las empresas no intervienen. Este censo, el primero de su tipo, es un mapa de la última resistencia, y su publicación es una llamada de atención urgente para gobiernos, corporaciones y consumidores.

La autonomía del silencio: ¿Quiénes son y por qué rechazan?

El informe de Survival International establece una definición clara y fundamental: los pueblos indígenas en aislamiento son aquellos que, con conocimiento de la existencia del mundo foráneo, han tomado la decisión activa de rechazar el contacto de manera consciente y sostenida.

No se trata de sociedades que viven en la ignorancia del siglo XXI; es, más bien, un acto político y una estrategia de supervivencia basada en una memoria histórica profundamente dolorosa. Su negativa es una clara expresión de su autonomía y autodeterminación. El rechazo al contacto tiene su origen en recuerdos colectivos de encuentros pasados que resultaron devastadores, invasiones que invariablemente trajeron consigo violencia genocida, epidemias letales y el consecuente robo de sus tierras.

Para algunos, este aislamiento es total. El ejemplo más conocido es el de los sentineleses en la Isla Sentinel del Norte, en la India, que han defendido con éxito su territorio de cualquier intrusión. Para otros, el aislamiento es parcial, tratándose de subgrupos de pueblos indígenas más amplios, con los que comparten lengua y, a menudo, territorio ancestral. Es el caso de los ayoreo totobiegoso de en el Chaco paraguayo o los amahuacas en Perú. Estos subgrupos mantienen el aislamiento incluso cuando sus parientes contactados viven a poca distancia.

Existe evidencia de interacciones esporádicas. En Indonesia, los hongana manyawas no contactados tienen familiares que abandonaron la selva, en la mayoría de los casos obligados por la fuerza. En la Amazonia brasileña, los pirititis aislados se cruzan ocasionalmente con sus vecinos contactados, los waimiri atroaris. Casos históricos, como el de los massacos en Brasil, conocidos durante décadas únicamente por los rastros defensivos que dejaban en la selva (trampas entrelazadas y afiladas con dientes de roedores), subrayan que su resistencia es activa y su conocimiento del exterior, preciso.

Estos pueblos son autosuficientes y resilientes. Viven de forma independiente en selvas, bosques e islas, resisten las presiones y, cuando sus derechos territoriales son respetados, no solo sobreviven, sino que prosperan.

La Amazonía como epicentro

Los 196 grupos identificados por Survival International se distribuyen en 10 países de América del Sur, Asia y el Pacífico.

La mayor concentración del mundo se encuentra en la cuenca del Amazonas, que alberga casi el 95% de todos los pueblos en aislamiento conocidos. Brasil es el país con la mayor cantidad, hogar de 124 grupos distintos. Le siguen Perú, Colombia, Bolivia, Venezuela y Ecuador. Una porción más pequeña habita en los bosques secos del Chaco paraguayo y boliviano.

En Asia y el Pacífico, se localizan en Indonesia, Papúa Occidental y en las islas Andamán y Nicobar de la India. La densidad de grupos aislados es particularmente alta en la zona de Yavari-Tapiche, a ambos lados de la frontera entre Brasil y Perú, donde se estima la presencia de 26 grupos. Los sentinelenses, por su parte, viven en completo aislamiento en la Isla Sentinel del Norte, en el océano Índico.

Sus territorios no son meros lugares de refugio o sustento; son el núcleo de su identidad, su cultura y su capacidad de resistencia. Sus tierras son el hogar en el sentido más profundo del término.

Autosuficiencia y conocimiento ancestral

Lejos de la imagen simplista de la “Edad de Piedra” que algunos invasores utilizan para justificar el extractivismo, la forma de vida de estos pueblos es una proeza de adaptación y conocimiento. Viven de forma próspera, autónoma y autosuficiente en entornos que el mundo occidental catalogaría de extremadamente hostiles.

La mayoría son nómadas, desplazándose estratégicamente por sus territorios según la época del año y las necesidades de caza, recolección y pesca. En ocasiones, practican la agricultura itinerante.

Su conocimiento botánico es enciclopédico. Construyen refugios o grandes casas comunales, comparten los alimentos y utilizan resinas, cortezas y hojas para elaborar todo lo que necesitan: desde cestas robustas y viviendas temporales hasta medicinas complejas y venenos para la caza.

La evidencia científica y antropológica es clara: cuando sus territorios no son invadidos, sus comunidades se mantienen sanas y viables. Su presencia, además, es la mayor garantía de protección medioambiental. Sus territorios a menudo se presentan como islas verdes, ricas en biodiversidad, en medio de vastas áreas de deforestación.

El escudo legal ignorado

El derecho internacional respalda plenamente la protección de estos pueblos. Al igual que todos los pueblos indígenas, tienen derechos de propiedad colectiva sobre sus territorios, tal como lo establece el Convenio 169 de la OIT. Fundamentalmente, también poseen el derecho inalienable a rechazar el contacto, un principio conocido como el “principio de no contacto”.

Este derecho tiene una implicación legal directa e incuestionable: el derecho internacional exige el “Consentimiento Libre, Previo e Informado” (CLPI) para la realización de cualquier actividad o proyecto de desarrollo en territorios indígenas. Dado que este consentimiento es imposible de obtener de pueblos que rechazan el contacto, la ley prohíbe de facto cualquier actividad o proyecto de desarrollo en sus tierras. Sus derechos legales son incuestionables.

Sin embargo, en la práctica, las leyes nacionales y, lo que es peor, su aplicación por parte de los gobiernos, suelen ser insuficientes o son activamente socavadas.

Codicia, racismo y colonialismo

La amenaza que enfrentan los pueblos indígenas en aislamiento no es una fatalidad natural, sino el resultado directo de la codicia, el racismo y el colonialismo. Se les contacta a la fuerza, o se les expulsa de sus tierras, por invasores que utilizan estereotipos racistas como “primitivos” o “de la Edad de Piedra” para justificar la invasión de sus hogares en nombre de la “salvación” o el “desarrollo económico”.

Estas amenazas no son solo medioambientales o sociales: son existenciales. El contacto y la invasión son, a menudo, brutalmente violentos, pero la amenaza más silenciosa y efectiva es la enfermedad. Los pueblos en aislamiento mueren por dolencias comunes introducidas por foráneos, como la gripe o el sarampión, frente a las que no tienen inmunidad. Cuando sus territorios son invadidos, sus fuentes de alimento y agua son destruidas y contaminadas, provocando hambre, trauma y el colapso social.

Ejemplos de aniquilación

La historia está plagada de tragedias evitables:

  • Perú: La exploración petrolera de Shell, seguida de la extracción maderera, forzó el contacto con los nahuas. La exposición a enfermedades introducidas mató, al menos, a la mitad de su población en apenas unos años, un ejemplo desgarrador del genocidio silencioso.
  • Brasil: La construcción de una carretera a través del Territorio Nambikwara supuso la muerte de casi todo el pueblo a causa de enfermedades importadas.

El contacto forzado y el robo de tierras, combinados, no solo se llevan vidas, sino también sus lenguas, sus relatos y sus formas únicas de comprender el mundo.

Las principales amenazas: El motor del consumo

Las presiones que enfrentan estos pueblos provienen de un amplio abanico de actores, siendo el consumo global el motor que alimenta su destrucción. Más del 90% de los pueblos indígenas en aislamiento están hoy amenazados por la extracción de recursos.

  • Industrias extractivas: La tala, minería y la exploración de gas y petróleo son las amenazas más extendidas.
  • Agroindustria: La agricultura a gran escala es la principal impulsora de la deforestación en la Amazonia y el Chaco paraguayo, por ejemplo.
  • Proyectos de infraestructura: Proyectos con respaldo político, como presas, carreteras o ferrocarriles, amenazan al menos a 35 grupos en aislamiento en América del Sur, incluidos 28 solo en Brasil.
  • Agentes no estatales y criminales: Al menos un tercio de los grupos aislados de la Amazonia está amenazado por bandas de narcotráfico que destruyen la selva. La tala y la minería ilegales están ligadas a estas mafias, que operan a escala industrial con violencia extrema.
  • Turismo: Aspirantes a influencers o “turistas de aventura” también representan una grave amenaza, como demostró el caso del estadounidense que intentó contactar con los sentineleses en 2025.

La resistencia activa y la red de apoyo

Los pueblos indígenas en aislamiento están siendo empujados al límite, pero su respuesta es la resistencia. Sus acciones, que van desde huir de los invasores o advertir a los foráneos para que no se acerquen hasta defenderse cuando sienten la presión, son estrategias de supervivencia activas.

A pesar de su histórica resistencia, todos los pueblos indígenas en aislamiento están bajo amenaza directa. Si las invasiones y los contactos forzados no cesan, las proyecciones más alarmantes indican que hasta la mitad de ellos podrían ser aniquilados en los próximos diez años.

Pero este desenlace, subraya Survival International, no es en absoluto inevitable. El modo de vida de estos pueblos es viable; es la agresión externa la que no lo es.

Los pueblos indígenas en aislamiento están resistiendo para existir, empujados al límite por un mundo que prioriza el beneficio económico por encima de la vida.

¿Dónde se encuentran?

64 Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela, Bolivia, Paraguay

124 Brasil

2 India

4 Indonesia

2 Papúa , Occidental

50% de los pueblos indígenas aislados del mundo podría desaparecer en diez años si los gobiernos y las empresas no actúan.

 

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 9 de noviembre de 2025 No. 1583

 


 

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